CON OTRA MIRADA
Rolando Bonilla, pionero conservador de Arquitectura
En términos generales, la conservación de los bienes culturales en Guatemala empezó con la apreciación del legado precolombino diseminado en todo el territorio. Empezando por lo cercano y obvio: Montículo La Culebra y Kaminaljuyú, en la ciudad de Guatemala, y la cultura Cotzumalguapa, desarrollada en la costa pacífica (Escuintla, Santa Lucía, Mazatenango y Retalhuleu), para luego potenciarse con el descubrimiento de las grandes ciudades en tierras bajas de Petén, en particular Tikal, ocurrido el 26 de febrero de 1848 por los señores Modesto Méndez y Ambrosio Tuc.
' Rolando llevó aquellos principios a las aulas universitarias, aderezados con dosis de elegancia
José María Magaña Juárez
Durante la primera mitad del siglo XX, en el fragor de la II Guerra Mundial, el presidente Jorge Ubico, cuyos arquitectos tomaron a La Antigua Guatemala como modelo para algunos de los más emblemáticos edificios de su administración, aprobó y envió al Congreso la propuesta del arquitecto Verle Lincoln Annis para protegerla adecuadamente. El 30 de marzo de 1944, la Asamblea Nacional Legislativa emitió el decreto No.2272, declarando La Antigua Guatemala Monumento Nacional.
Ese mismo año ocurrió la Revolución del 20 de Octubre, que puso fin a la larga dictadura ubiquista que su sucesor, Federico Ponce Vaides, quiso prolongar. La Revolución tuvo un alto contenido humanístico, social y pedagógico. Se redactó una nueva Constitución Política y se crearon instituciones de servicio público, de desarrollo económico y cultural, como el Instituto de Antropología e Historia. La conservación del patrimonio cultural de la Nación quedó a cargo de esa nueva institución.
Como consecuencia de los daños causados en Europa por la Guerra, en 1956 Naciones Unidas creó el Centro Internacional de Estudios para la Conservación y la Restauración de los Bienes Culturales (Iccrom), dedicado a la preservación del patrimonio cultural a través de programas de formación, información, investigación, cooperación y sensibilización pública respecto de su importancia y fragilidad. En 1959, el Centro se estableció en Roma, Italia, donde permanece con 136 Estados miembros. En 1965 se dictó el primer curso de Conservación Arquitectónica. Para entonces, Icomos había aprobado la llamada Carta Internacional para la Conservación y Restauración de Monumentos y Sitios (Carta de Venecia), emanada en 1964, pasando a formar parte del legado de Unesco.
Tal instrumento técnico-legal fue referencia para la preparación de la Ley para la Protección de La Antigua Guatemala (1969), que creó el Consejo Nacional para la Protección de LaAG (CNPAG), que entró en vigor en 1979, bajo la dirección del arquitecto Roberto Ogarrio Marín, un Consejo integrado por la crema y nata de la intelectualidad nacional y el arquitecto John E. Hibbitts a cargo de especializar la mano de obra.
Para que el CNPAG contara con los criterios técnicos, profesionales y científicos, propios de la teoría y filosofía de la conservación, Rolando Bonilla Pivaral —uno de los primeros arquitectos especializados en el Iccrom— fue nombrado asesor. Fue por su saber que lo busqué para complementar mi tesis: Habilitación de la Santa Cruz como teatro permanente al aire libre, previo a graduarme, pues consideré importante abordar la conservación de aquel magnífico escenario, ante la propuesta de uso.
De esa relación surgió una mutua admiración y respeto, ante el conocimiento adquirido y la necesidad de transmitir públicamente la importancia y fragilidad del patrimonio cultural que ambos profesamos, inculcada desde el Iccrom.
Rolando llevó aquellos principios a las aulas universitarias, aderezándolos con dosis de elegancia, conocimiento y ética profesional, lo que le permitió ganarse el aprecio de varias generaciones de alumnos que supieron expresárselo en más de una ocasión.
Descansa en paz, querido colega y amigo.