URBANISMO Y SOCIEDAD
Rusia y Putin en busca del poder perdido
¿Qué está pasando en Rusia? ¿Qué se esconde bajo la aparente normalidad, refrendada por la comunidad internacional, del gobierno de Putin? La antigua Unión Soviética está sometida a la ambición del presidente Vladímir Putin, un producto perfecto de la KGB. Es un eslabón más de la cadena de nefastos dirigentes que ha padecido Rusia durante el último siglo. Su reelección en el 2003 significó el retorno a un Estado controlado por los servicios de seguridad a una neosovietización del régimen actual (Anna Politkovskaya).
' Cuando cayó el Muro de Berlín, las tropas rusas se retiraron de Europa. Putin ahora las regresó.
Alfonso Yurrita Cuesta
Steven Rosenberg es corresponsal de la BBC en Moscú desde hace casi tres décadas, y durante años ha visto cómo la Rusia de Putin ha vivido en la añoranza de su pasado soviético por la desintegración de la URSS, lo que ayuda a explicar las ambiciones expansionistas de Putin. Ha vivido la añoranza del pasado soviético que se extendía desde el océano Pacífico hasta Europa occidental; el imperio soviético parecía invencible.
Pero, en 1989, el Telón de Acero se derrumbó, y el vasto poderío de Moscú comenzó a desmoronarse. Rusia y Ucrania eran la “humillación” rusa por la desintegración de la URSS, lo que ayuda a explicar las ambiciones expansionistas de Putin (BBC). Tras negar durante meses que estuviera planeando un ataque a Ucrania, el presidente Putin inició este jueves 31 una operación militar en el país vecino, con destrucción urbana, y advirtió de que la respuesta de Moscú sería “inmediata” si alguien intenta enfrentarse a Rusia (BBC).
En noviembre de 1989, el líder soviético Mijaíl Gorbachov mandó un mensaje en el que decía que pensaba declarar el final de la Guerra Fría. Y lo hizo en una reunión con el presidente de Estados Unidos, George Bush, a lo que este respondió: Sí, la Guerra Fría terminó, y nosotros la ganamos.
Es por eso que para los rusos la declaración de Gorbachov fue una humillación. El final de la Guerra Fría se convirtió en una derrota para los rusos.
Vladímir Putin recibió el carné de la “Stasia” —la inteligencia rusa— en 1985. El mandatario ruso contactó, entonces, al comandante de tanques soviéticos para pedir refuerzos urgentes, pero el Kremlin guardó silencio. “Ese fue el momento en que Vladímir Putin se dio cuenta de que su patria lo había abandonado” (Rosenberg).
“En Dresden, en un archivo, se guardan los registros de la policía secreta de Alemania Oriental, la Stasia. Y los documentos de los oficiales de la KGB que operaron aquí, como Vladímir Putin”, dice Cornelia Herold, archivista jefe de la institución.
Fue aquí donde el futuro del ahora líder ruso comenzó a perfilarse. En diciembre de 1989, las masas populares irrumpieron en la sede de la KGB en Dresde. Putin estaba allí.
Para Moscú, este era su puesto de avanzada clave en Europa, y sus camaradas de Alemania Oriental estaban felices de ser anfitriones. “Independientemente de si estaban ocupándose o no, para mí las tropas soviéticas siempre fueron amigas”, dice Egon Krenz, el último líder de Alemania Oriental.
La caída. Cuando cayó el Muro de Berlín, todo cambió. En poco tiempo, las tropas rusas se retiraron de su enclave estratégico en Europa. Fue ese año en el que el poder popular tiró abajo el Telón de Acero y, uno tras otro, los regímenes comunistas en el mundo se fueron derrumbando como fichas de dominó.
Las décadas han pasado, pero Rusia es todavía un país que sigue lamentando la pérdida de su imperio, y la consecuencia ahora es la invasión rusa.
“El expresidente estadounidense Donald Trump alabó este martes 22/2/2022 al líder ruso, Vladímir Putin, y calificó de genial su decisión” (PL).