SI ME PERMITE

Seremos el producto del ejemplo de los demás

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“El buen ejemplo imprime fortaleza en los corazones débiles”. P. Francisco Arias

Es innegable que la vida que vivimos no está aislada y por ello, queramos o no, está siempre compartida con las personas que nos rodean. De lo que nunca podremos estar informados es si están asimilando lo que estamos haciendo o bien están aprendiendo nunca hacerlo por el simple hecho de que, viéndonos, pudieron comprender que su final no será favorable, por ello optaron por buscar alternativas diferentes.

' Cuántas veces pensaríamos si vale la pena hacer algo si supiéramos que se nos imitará la acción.

Samuel Berberián

Nuestra vida tiene una sombra, igual que nuestro cuerpo, dependiendo de la iluminación que nos acompaña, los que tienen que compartir la vida con nosotros o bien por alguna circunstancia de la vida tuvimos que cruzar el camino nos observaron, evaluaron y de alguna manera consideraron nuestra manera de ser y asimilaron la modalidad para integrarlo a su manera de ser.

Claro está que hay extremos en los cuales no se puede ignorar el efecto que esto causa. Por ejemplo, hay quienes tienden a ser exhibicionistas y hacen las cosas para que los vean o para llamar la atención, lo cual no es nada agradable, pero por otra parte hay quienes son tan determinados en lo que hacen que por el hecho de que los observan inconscientemente están absorbiendo las cosas. Por ello hay quienes hacen el comentario de que ese comportamiento es similar al de otra persona.

Debemos tener disposición de compartir la vida y no aislarnos en la nuestra, salvo en las cosas que son propias de la privacidad, porque si compartimos lo que somos podremos contagiar virtudes o vicios, dependiendo de lo que estamos viviendo.

Pero si no queremos compartir nuestros vicios debemos eliminarlos, porque otros podrán seguir nuestros pasos. Pero si buscamos la excelencia de la vida en cada detalle en el que nos vamos involucrando, muy fácilmente otros, sin discurso alguno, estarán asimilando la virtud.

Uno como adulto nunca puede escoger a quien influenciar e inspirar para la vida, porque cada quien es dueño de su vida para decidir qué hacer y cómo hacerlo, pero aún así están viendo en su derredor quién es digno de su admiración y cuando lo han escogido siguen sus pasos sin tener que pedir permiso o informar de lo que habrán de hacer.

Cuán importante es tener normas claras y principios que demuestran una formación con disciplina, para que cuando alguien nos observe no encuentre perfiles inconsistentes que sean movidos simplemente por un interés particular y temporal, sino, por el contrario, una forma madura de ser, sin importar dónde y cuándo hay que actuar, porque está reflejando una clara visión de objetivos y destino. Porque cuando uno sabe lo que quiere y a dónde quiere llegar, fácilmente nos acompañan, pero en los casos contrarios, donde estamos de alguna manera divagando, la soledad es nuestra única compañía.

Es tan sorprendente que las cosas que a otros les inspiran para uno son cosas de rutina y prácticas aparentemente intrascendentes, pero para otros reflejan un patrón que ha sido previamente trazado, en el cual uno camina. Seamos inspiración para los que nos observan para bien, para que nuestro entorno y sociedad sigan mejorando.

Permitamos que el mínimo detalle de una acción, por rutinaria que sea, pueda ser el inicio inspirado para que otros cambien el rumbo de su vida y visualicen panoramas que cambien su entorno.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.