DE MIS NOTAS

Sin bandera ni himno en las Olimpiadas

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El olimpismo es una filosofía de vida que pone el deporte al servicio de la humanidad. Se lee como un credo y se hace visible en cada discurso deportivo. Es un pensamiento que todos los deportistas se apropian cuando se encuentran en una gesta deportiva.

Profundizando en este pensamiento sobre lo que implica el deporte en términos de hermandad, convivencia y celebración de las habilidades físicas del ser humano, quizás se puede llegar a entender que no hay mejor manera de unir al mundo que a través del deporte.

Las guerras y los conflictos a nivel mundial son constantes y en algunos momentos se elevan a nivel de crisis mundial, como lo que acontece con la situación del Medio Oriente. Sin embargo, en una olimpiada, o competencia mundial, el mundo entero paraliza las diferencias enviando a sus deportistas para representarlos como los seleccionados símbolos de sus respectivos países y portando sus banderas.

Cada vez que esto sucede se hace realidad la canción de John Lennon: “Imagina que no hay países. No es difícil de hacer. Nada por lo que matar o morir. Y ninguna religión tampoco. Imagina a todas las personas viviendo la vida en paz”.

Los atletas guatemaltecos no podrán representar a Guatemala en las Olimpiadas de París. Tendrán que hacerlo con una bandera neutra. No lo pudieron hacer en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, ni lo podrán hacer en los Juegos Panamericanos. Somos un país paria, olímpicamente hablando.

No vale la pena entrar en los detalles del porqué de esta realidad. Basta decir que forma parte de la corrupción que tiene aprisionado al país desde sus entrañas más profundas y la razón por la cual la mayoría de los guatemaltecos han demandado un reset del sistema.

' El juego limpio (fair play) es una regla no escrita; un valor moral que representa la verdadera esencia del deporte.

Alfred Kaltschmitt

No votaron por ideología alguna. No. Votaron para que, como en el deporte, se gobierne con “el juego limpio (el fair play) que no es una regla escrita, sino un valor moral que representa la verdadera esencia del deporte.

El atleta guatemalteco Luis Grijalva, cuarto en el ranquin mundial, envió una carta dirigida a la Corte de Constitucionalidad, en donde expresa su preocupación por el deporte en el país debido a la suspensión del Comité Olímpico Guatemalteco. En esa carta expresa el dolor de “no mostrar mi bandera ni cantar el himno de Guatemala”.

Buena parte de los problemas y los conflictos por los que atraviesa Guatemala se deben a este cáncer, que con su metástasis no ha dejado rincón alguno de nuestro solar patrio sin extender su tumor terminal. Y nos está matando.

El deporte es solo la punta del iceberg de esta corrupción que, en esta columna, junto a la de muchas otras voces, hemos repetido como un coro de “golondrinas sin poder hacer verano”.

Grijalva y todos sus compañeros deportistas deberían desfilar con su bandera y cantar su himno. Que no lo puedan hacer es quizás la señal más clara de que nuestro país necesita un reset para resolver los problemas sistémicos que ha venido enfrentando y que nos hace vulnerables para toda clase de conflictos políticos y sociales.

Esto tiene que cambiar. Pero ¿irá a cambiar con el gobierno y el Congreso actual; o el que sea juramentado el catorce a las catorce? Por supuesto que no. Porque es un problema sistémico, que como bien lo expresó el Muso Ayau en una ocasión: “los politiqueros siempre votarán a favor de sus propios intereses”. Por esa razón proponía la creación de un Senado, con funciones de control y equilibrio del Poder Ejecutivo.

En fin, que hasta la bandera y el himno estamos perdiendo.

ESCRITO POR:

Alfred Kaltschmitt

Licenciado en Periodismo, Ph.D. en Investigación Social. Ha sido columnista de Prensa Libre por 28 años. Ha dirigido varios medios radiales y televisivos. Decano fundador de la Universidad Panamericana.