CIVITAS

Supervivencia de la república

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Un sinfín de informes e índices sobre la democracia apuntan a que esta vive una erosión global. Va más allá, al contemplar varios elementos y comportamientos que rebasan la típica discusión de si es por las acciones de gobiernos de derecha o de izquierda. En muchos países, las cifras respaldan que el autoritarismo va en aumento, pues las elecciones son cada vez menos recurrentes y los espacios para expresarse dejan de existir. Sin embargo, hay otro montón de países donde existen ambiciones autoritarias, y el riesgo de que se concreten es latente, pero de alguna manera funcionan mecanismos que lo evitan, protegiendo hasta el más débil y sencillo modelo democrático. Poco se habla de esos mecanismos, pero será importante que entendamos que deben ser protegidos y robustecidos. Son estos controles que provienen de la república, más que de la democracia, los que garantizan que vivamos en países libres. Por esa razón, la supervivencia de la república es esencial.

Los principios e instituciones que conforman la república, como la libertad, la dispersión del poder, el imperio de la ley, la alternabilidad en el poder y muchos más, aseguran que los procesos democráticos se puedan dar. Por ejemplo, sin frenos y contrapesos se hace más fácil la concentración del poder, por ende, que una persona o un pequeño grupo se mantengan en este indefinidamente, poniéndole un alto a la máxima expresión democrática; las elecciones. Por otro lado, la observancia de las normas o que nadie esté por encima de la ley nos protege de interferencia arbitraria en muchos ámbitos de nuestras vidas, así como en las decisiones políticas que tomamos. Podríamos ir así, uno por uno, evidenciando la necesidad de los mecanismos republicanos que limitan el poder público y cómo son una camisa de fuerza para las aspiraciones absolutistas de muchos.

' República y democracia no son lo mismo, pero no hay razón para que su materialización en la vida política sea conflictiva.

Christa Walters

En Guatemala, la historia que nos hemos contando sobre el futuro de la democracia tiene un componente catastrófico, pero a la vez esperanzador. Sigue mucho la línea de que existen retrocesos (como en todo el mundo), y lleva cierta razón en algunos asuntos, pero aún así hemos tenido desde hace un tiempo ya elecciones ininterrumpidas y, a diferencia de algunos de nuestros vecinos, la voluntad popular se ha mantenido, existen espacios para disentir y existe un sentimiento generalizado de rechazar contundentemente a cualquiera que quiera pasarse por encima de la ley para satisfacer intereses personales.

En este período, donde mucho se murmura sobre una transición de poder ordenada, el estado de Derecho y de qué pasará de acá al 14 de enero del 2024, debemos insistir en que cualquier acción, del gobierno saliente o del entrante, debe contribuir a mantener la república viva. No hay excusas para hacer de menos el principio básico de alternabilidad en el poder, ya sea amenazando con quebrantarlo o utilizándolo como una herramienta para manipular el proceso o infringir temor injustificadamente. A la vez, es importante que los ciudadanos continuemos atentos y exigiendo que cualquier funcionario, electo o no, tiene que adherirse al respeto por las normas y el orden constitucional, pues el objetivo es vivir en un imperio de la ley, no en el imperio de los caprichos de los hombres.

Así las cosas, la constante discusión sobre la democracia en Guatemala y en la región en general no debe pasar por alto la supervivencia, también, de la república. Estos dos conceptos, república y democracia, no son lo mismo, pero no hay razón para que su materialización en la vida política sea conflictiva. Aunque muchos no lo vean aún, el modelo republicano es el ideal para mantener nuestras libertades y protegernos de los peligros de la democracia misma.

ESCRITO POR:

Christa Walters

Politóloga egresada de la Universidad Francisco Marroquín. Actualmente coordinadora de proyección institucional del Movimiento Cívico Nacional, una asociación civil que promueve la consolidación de una verdadera república en Guatemala.