PLUMA INVITADA

¡Surfeando las olas!

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Guatemala ha superado el pico de la segunda ola, ocurrido el 26 de enero. Es un alivio saberlo, ya que esta ola, a pesar de ser ficticia, por no haber sido provocada por el contagio, fue muy real para nuestro sistema de salud, que se vio nuevamente saturado. Afortunadamente, el MSPAS maneja una disponibilidad de camas covid dinámica que se adapta de inmediato a la demanda provocada por los casos activos. El número de camas disponibles (encamamiento normal y UCI) se incrementa y disminuye continuamente de acuerdo con la demanda que se tenga en ese momento. Es una genialidad por parte de nuestro MSPAS y del Viceministerio de Hospitales. El sistema dinámico es complejo y los cambios que se presentan lastimosamente se interpretan como una deficiencia del sistema, cuando en realidad es una fortaleza.

' ¿Por qué Guatemala no sigue el mismo camino? ¿Qué hemos hecho nosotros mejor que ellos?

Carlos R. Paredes

Vemos que países adelantados como USA, Inglaterra, España, Francia (para mencionar solo algunos) ya están pasando su tercera ola y cada una ha sido, por lo general, mayor que la anterior. No podemos más que preguntarnos: ¿Por qué Guatemala no sigue el mismo camino? ¿qué hemos hecho nosotros mejor que ellos?

La respuesta es clara. El nivel de desarrollo de esos países normalmente también trae una mucho mayor responsabilidad médica en cuanto a la mala práctica. Eso hace que los médicos de esos países no se atrevan a recomendar tratamientos innovadores porque no han sido certificados por su Ministerio de Salud. El resultado es que el encierro se vuelve su primera opción para detener el contagio y mantener a salvo a la población. Como sus economías son fuertes, su sistema de seguro social puede absorber el pago a los trabajadores mientras están encerrados. Nuestra economía es débil y nuestro seguro social no puede hacerse cargo de tal gasto, y el Gobierno tampoco.

El problema con el encierro, además del estrago económico que ocasiona, es que la gente se aísla y no interactúa con el virus ni con otras personas. Al hacerlo no aprende, y al terminar el encierro comete nuevamente los mismos errores que provocan el repunte del contagio, propiciando una siguiente ola. En cambio, en Guatemala, nunca tuvimos un encierro como el de esos países. La economía siguió moviéndose y mantuvimos un grado de actividad con limitaciones que nos permitió aprender.

¿Qué aprendimos? Primero aprendimos a cuidarnos y a prevenir el contagio. Las medidas de prevención que implementamos las vivimos y aplicamos todos los días. Los países en referencia tienen las mismas medidas que nosotros, pero estando encerrados no tienen ocasión de aplicarlas y por ello no aprendieron.

En segundo lugar, aprendimos a curarnos. Sabemos que si iniciamos el tratamiento en casa (kit de medicinas) al primer síntoma, venceremos la infección en pocos días y sin complicaciones (la mayoría de las veces). Aprendimos que la atención médica temprana es esencial y así evitamos empeorar, para no tener que recurrir a una hospitalización.

En tercer lugar, hemos aprendido a trabajar en la pandemia. Eso es la Nueva Normalidad, y prácticamente todos estamos adaptándonos a ella. Contamos con el semáforo del TAS, que es una excelente guía certera que indica qué actividades pueden realizarse y a qué nivel, dependiendo del color del municipio.

Todos estos aprendizajes les faltan a los países mencionados, y por ello le ponen tanto énfasis a la vacunación. Yo no estoy en contra de la vacunación, pero, en realidad, no es tan urgente como lo hacen ver EE. UU., Francia y los demás países. El secreto para mantener la actividad económica está en prevenir, curar y seguir el semáforo del TAS.

ESCRITO POR:

Carlos R. Paredes

Consultor en desarrollo institucional y empresarial. Máster en Economía Aplicada y Administración de Negocios. Ingeniero Mecánico Industrial. Exdirector ejecutivo del Campus Sur UVG. Exdecano de la Facultad de Ingeniería UVG. Catedrático universitario.