PLUMA INVITADA
Transformando Guatemala a través de la Infancia
El 20 de noviembre, Día Mundial de la Infancia, marca una fecha trascendental para reafirmar el compromiso global inquebrantable hacia la protección y el bienestar infantil. En esta jornada conmemoramos dos hitos fundamentales: la adopción de la Declaración Universal de los Derechos del Niño en 1959 y la aprobación de la Convención de los Derechos del Niño en 1989. En Guatemala, esta celebración nos enfrenta a una realidad desafiante y a la vez a una oportunidad única para el cambio.
' Invertir en la infancia es un desafío social y una oportunidad para el cambio generacional.
Manuel Rodríguez Pumarol
El Instituto Nacional de Estadística (INE) de Guatemala ha identificado que el 68% de las niñas, niños y adolescentes viven en hogares en situación de pobreza, superando la tasa de pobreza general del país (59%). En adición, el Índice de Capital Humano del Banco Mundial indica que actualmente los guatemaltecos solo alcanzan el 46% de su potencial, aunado a un gasto público social de los más bajos de América Latina. Durante el 2023 la inversión pública en niños y adolescentes ha representado el 3.7% del producto interno bruto (PIB), lo que equivale a una inversión per cápita diaria de solo USD 1.6. Las estimaciones de UNICEF muestran que la inversión pública actual en niños y adolescentes es menos de la mitad de lo que el país necesita para facilitar el acceso a bienes y servicios esenciales a todos los niños y adolescentes para el 2030.
Estos datos, lejos de ser un obstáculo, presentan una oportunidad única para desencadenar un cambio transformador a través de mayores y más eficientes inversiones estratégicas en el recurso más valioso de Guatemala: su gente. Con la mayoría de la población —el 60%, es decir, 6 de cada 10 habitantes— entre los 0 y 24 años, el país se encuentra en un momento único de su historia: su mayor bono demográfico. Sin embargo, este perfil poblacional está destinado a cambiar, proyectándose una disminución hasta el 30% (3 de cada 10 habitantes) para el año 2060.
Por tanto, es hora de actuar, y la clave para provocar este cambio monumental yace en una mayor inversión en el capital humano. Desde UNICEF abogamos por un aumento progresivo de la inversión pública en niños y adolescentes hasta alcanzar el 7.7% del PIB en el 2030. Con ello garantizaríamos el acceso del 100% de los niños y adolescentes guatemaltecos a servicios de salud; agua, saneamiento e higiene; protección contra todo tipo de violencia; educación; y protección social para familias enfrentando la pobreza extrema.
Este esfuerzo, aunque considerable, es absolutamente alcanzable y esencial para iniciar un círculo virtuoso de desarrollo que pueda transformar la realidad de Guatemala en una generación, impulsando hacia una sociedad más equitativa y rompiendo el ciclo de transmisión intergeneracional de la pobreza.
Invertir en la infancia desde sus primeros años no es solo una obligación moral, es la semilla para un futuro más próspero y justo. Unidos, podemos transformar las estadísticas en historias de éxito y convertir los desafíos en escalones hacia un mañana en el que cada niño, niña y adolescente tenga la oportunidad de brillar. Este 20 de noviembre, renovemos nuestra promesa de actuar, de invertir y de creer en el poder transformador de apoyar la infancia, por un futuro mejor para Guatemala.
*Representante de UNICEF en Guatemala