RINCÓN DE PETUL

Tres de tres. Todos se van

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En los más de diez años que tengo de monitorear tendencias de flujos poblacionales de Guatemala hacia EE.UU., nunca viví una situación como esa, de la que soy testigo ahora. Por lo menos desde un plano más íntimo. La persona más cercana a mi vida tiene 3 trabajadores. Dos de ellos son los únicos de su pequeña empresa; y la tercera, trabaja en la casa donde viven sus hijos. Los tres, empleados valiosos. Pero, dos de ellos, realmente excepcionales. De esos que uno piensa que sería casi imposible reponer. Son de aquellos que se sienten irremplazables. Los tres fueron primero migrantes internos. Provenientes de distintos departamentos, satisficieron parcialmente sus necesidades más básicas en la capital. Pero ahora, los tres, irremediablemente afectados en sus salarios por los golpes económicos de la pandemia, tomaron sus decisiones que son individuales, pero todas concurrentes. Los tres sueñan más allá de lo básico, de lo esencial, y de lo que honestamente es lo mínimo, aunque sus salarios sean mayores a lo que perciben sus pares en el país. Una cantidad que un día aceptaron como suficiente.

' Hay un éxodo en incontrolable alza cuyos números son totalmente desconocidos.

Pedro Pablo Solares

Hace un año vino el primer anuncio. Fue el de la chica que trabaja en la casa. Originaria de Jutiapa, entrando a la primavera de sus años veinte, es tan carismática y generosa, que hasta cuesta describirla para mantener el texto dentro de lo que es creíble. De una familia numerosa, sus seis hermanos todos viven en las tierras del norte. Unos en Florida, y otros en Maryland. Esa fue la vez que me compartió por primera vez sus planes. Me comentó que su destino estaba decidido en Florida. Pero algo habrá cambiado y ahora son los hermanos en Maryland quienes la están “jalando”. El coyote escogido es alguien que “solo lleva a poca gente” y que tiene una fama extraordinaria en su pueblo, de que nunca ha devuelto a nadie que confió en él. Un servicio VIP. El primer pago (la “inversión”) lo hacen los parientes allá, y el resto del viaje lo paga el migrante con sus primeros sueldos. La información que da el coyote sí incluye el discurso de que con Biden la situación está más fácil. Pero más que eso que dice, está una trayectoria de efectividad que muestra y que es contundente. La chica, confiada, viaja este sábado que viene.

El anuncio más frustrante, a nivel personal, vino hace pocas semanas. Los dos chicos de la empresa -se creía- estaría más asegurada su deseo de permanecer. Dos jovencillos de aldeas en Momostenango, fueron trabajadores extraordinarios que dieron todo de sí en la pequeña empresa familiar para la que trabajan en la capital. Por eso se intentó recompensarlos en una forma que lograra atraerlos. Antes de la pandemia ganaban salarios de Q4 mil quinientos y Q3 mil doscientos, respectivamente. Eso, a pesar de que ninguno de ellos llegó a completar la escuela primeria. Pero un impacto fulminante a las ventas los hizo aguantar -junto a la empresa- una disminución en sus ingresos. Ahora, aunque casi regresan a ganar lo de antes, han visto un panorama a largo plazo inestable en Guatemala. Todos sus parientes que viven en el norte, incluyendo a sus pequeños sobrinos, los han convencido. “Todos los de mi pueblo se están yendo, don Pablo”, me dice el mayor. El futuro es allá. El más joven viajará -dice- en las próximas semanas. Aún reúnen -supongo- el dinero. El mayor, espera al final del año. La confianza en el trayecto del coyote podríamos decir que es absoluta. El que quiere, llega. Eso es lo que transmiten.

Hay un éxodo en incontrolable alza cuyos números son totalmente desconocidos, porque la actividad es clandestina. En próximas semanas conoceremos una referencia en los datos de capturas en frontera del primer semestre fiscal de EE.UU. No será de extrañar que sean los números más abultados de la historia. El fracaso colectivo para evitar la fuga de talento ha sido desastroso.

ESCRITO POR:

Pedro Pablo Solares

Especialista en migración de guatemaltecos en Estados Unidos. Creador de redes de contacto con comunidades migrantes, asesor para proyectos de aplicación pública y privada. Abogado de formación.