ALEPH

Un distractor “estructural”

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El parte oficial de la policía dice: “En la vía pública estaba una persona de sexo femenino quien al notar la presencia policial, empezó a gritar solicitando auxilio, dicha persona presentaba manchas de sangre en el rostro y rasguños en el cuello, abocándose (sic) ante los agentes policiales manifestándole a los mismos y señalando a una persona de sexo masculino quien se subió a bordo de un vehículo tipo camioneta, indicando (la agredida) que era de la persona que le había agredido físicamente. Por tal motivo le marcamos el alto al piloto de dicho vehículo, (él) acelerando la marcha e ingresando al sótano del edificio en Blvd.Acatán, zona 16, iniciando una persecución, así mismo al ingresar los agentes policiales a dicho sótano, observaron a una persona de sexo masculino que iba de regreso, a pie, sin mascarilla. La Sra. Aparicio lo reconoció e indicó a la PNC de Guatemala que se trataba de la persona que momentos antes la agredió físicamente. Él al ver a la PNC intentó darse a la fuga por lo que la PNC le obstruyó el paso para que no lograra su objetivo de darse a la fuga, logrando detener al Sr. Marco Pablo Pappa de 32 años de edad. Al momento de ser identificado reaccionó de forma violenta, intentando agredir físicamente a la PNC de Guatemala y gritaba que ‘eran unos muertos de hambre que no sabían con quién se metían, y que (él) era muy influyente y célebre nacional e internacional… que podía hacer que se despidiera a los agentes, policías HDP…’. Así mismo (Pappa) amenazaba a la Sra. Aparicio, indicándole ‘que se iba a arrepentir y que ella era una basura HDLGP’, pero fue reducido al orden.”

' Los golpeadores, violadores y asesinos de mujeres son un problema estructural en Guatemala.

Carolina Escobar Sarti

De allí se lo llevaron, en estado de ebriedad, a la carceleta ubicada en el edificio del MP de Guatemala. Para hacerla corta, el abogado de Pappa logró que fuera absuelto porque, según el MP, hay falta de mérito; sin embargo, el juez determinó que la investigación debe continuar por faltas contra el orden público. Ese abogado es Juan Pablo Gutiérrez. Según diversos medios de comunicación, fue él quien hace algún tiempo trató de atropellar a personas en la Antigua y quien, además, estuvo escondido en un hospital por más de un mes “por haber apuñalado e intentado matar a su pareja” (elPeriódico). No era la primera vez tampoco para Gutiérrez. Ante los hechos protagonizados por el futbolista, quien ya ha enfrentado antes varios cargos por el mismo delito, hubo quienes dijeron que esto era un distractor ante problemas más graves como la pandemia, la situación sanitaria, la elección de las Cortes y la corrupción sostenida por el conocido pacto criminal que gobierna Guatemala. Mejor hablemos de un distractor “estructural”, de esos que desnudan los problemas de fondo en una sociedad que normaliza la violencia y la corrupción.

Este caso paradigmático nos remite a lo estructural: la deficiente educación que reproduce y sostiene un orden patriarcal y machista, el abuso de poder de una persona pública, los privilegios de quienes se sienten intocables, la trampa de la ley desde la ley a través de un abogado que practica y encubre delitos, un sistema que protege al delincuente y castiga a a la víctima y una sociedad entera que normaliza las violencias contra las mujeres. Esto último es una epidemia de dimensiones mayúsculas en Guatemala y una pandemia en América Latina desde hace mucho, y el encierro la potenció aún más. Por favor, lean un trabajo importante sobre ello en https://pandemiainvisible.lalupa.press/ Según el Inacif, del 2012 al 2019 ellos realizaron en Guatemala 5,932 necropsias de mujeres víctimas de hechos criminales, lo que habla de 2 muertes cada día. Por ello sostengo que los golpeadores, violadores y asesinos de mujeres son un problema estructural en una Guatemala donde, en menos de cinco meses (del 1 de enero 2020 al 20 de mayo 2020) quedaron embarazadas 46,863 niñas y adolescentes entre 10 y 18 años, la mayoría por violación (Osar). Esto es parte de un sistema donde la violencia contra niñas, adolescentes y mujeres es costumbre social. Toca romper el silencio y acompañar a las víctimas. Toca la justicia.

ESCRITO POR:

Carolina Escobar Sarti

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Salamanca. Escritora, profesora universitaria, activista de DDHH por la niñez, adolescencia y juventud, especialmente por las niñas.