ALEPH

Un puñado de sal para la democracia que aún no llega

|

India luchaba por su independencia en 1930, pero no obtenía de los ingleses ni siquiera el estatuto de autonomía concedido a otras colonias. Mahatma Gandhi, líder independentista al que Churchill llamaba el “faquir sedicioso que sube medio desnudo las escaleras del palacio del virrey”, había promovido manifestaciones no violentas y huelgas de hambre para presionar a los ingleses; mientras, otros de su partido insistían en llevar a cabo insurrecciones armadas y una guerra abierta, pero Gandhi se oponía.

' ¿Cuál será nuestro puñado de sal? ¿Serán nuestros votos hablando recio el próximo 20 de agosto?

Carolina Escobar Sarti

Entonces, advirtió al virrey que harían un acto de desobediencia civil que le devolvería a los indios el derecho a producir sal y abriría el camino a la independencia, haciendo visible ante el mundo el sistema de castas y la ausencia de derechos para los más pobres. Con ello buscaba, principalmente, quitarle a los ingleses el monopolio de la sal, producto vital para los indios en la preservación de alimentos, por el cual tenían que pagar altos impuestos o enfrentar severas penas cuando la producían de forma autónoma.

Gandhi lideró la Marcha de la Sal acompañado, al inicio, por unas decenas de seguidores que luego se convirtieron en miles. Un 6 de abril, llegó a la orilla del Océano Índico, recogió en sus manos un puñado de arena y la mostró a todos diciendo: “con este sencillo acto, sacudo los cimientos del imperio británico”. Este gesto, pequeño pero simbólico que muchos no dimensionaron entonces y que las autoridades coloniales británicas ignoraron, cambió profundamente la historia de la India. Su ejemplo fue seguido por miles de indios, no importando si eran hindúes o musulmanes, porque a todos afectaba el monopolio por igual. De Karachi a Bombay, los indios evaporaron el agua y recogieron la sal, desafiando a los británicos, que encarcelaron a más de 60 mil de ellos, quienes no opusieron resistencia. Gandhi estuvo 9 meses en prisión. Finalmente, el virrey se vio incapaz de imponer la ley británica, a menos que fuera de manera violenta, lo cual pondría a todo un país en su contra, incluidas las élites. Gandhi y los demás fueron liberados.

Pasarían 17 años, con todo y una Segunda Guerra Mundial, para conseguir definitivamente la independencia de la India, pero fueron esas marchas pacíficas y ese puñado de sal, los inicios reales y simbólicos del cambio. No estaban queriendo cambiar leyes, porque los ingleses eran la ley; querían ser libres y comenzar por cambiar una condición estructural que afectaba sus vidas, cada día, haciéndolos esclavos. Como en Guatemala ahora la corrupción y la visión colonial de país. ¿Cuál será nuestro puñado de sal? ¿Serán nuestros votos hablando recio el próximo 20 de agosto?

Guatemala es una dictadura corporativa blanda, malamente disfrazada de democracia; la única en América Latina que encarcela o manda al exilio a periodistas como Jose Rubén Zamora, y a fiscales, jueces o abogados que han denunciado o perseguido la corrupción. En esta Guatemala colonial, donde el pacto de corruptos es la ley, como los ingleses lo eran en India, el mismo juez que ordena la captura de Zamora, es el que luego busca anular la segunda fecha de elecciones. Aquí, tenemos los indicadores sociales más bajos del continente, incluso más que en las dictaduras de facto por todos conocidas. Aquí vemos absurdos inimaginables como que el Ministerio Público le pida al Tribunal Supremo Electoral los resultados de las elecciones y las listas de digitadores e integrantes de las Juntas Electorales y Receptoras, conformadas por una ciudadanía que no se prestaría a manipulación alguna. Quizás el MP quiera repetir la primera ronda, a puerta cerrada y con Juntas a la medida de su vileza. ¿Dónde, el Estado de Derecho? ¿Ya somos Venezuela?

Esta nueva estocada de los corruptos, busca causar temor, incertidumbre e inestabilidad a solo 18 días de elecciones. Es más del intento por robarse lo que de democracia nos queda. Pero nuestra Marcha inició en el 2015, y cada vez llegamos más lejos. Esta vez nuestro voto nos permitirá decir: “con este sencillo acto, sacudo los cimientos de la alianza criminal”.

ESCRITO POR:

Carolina Escobar Sarti

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Salamanca. Escritora, profesora universitaria, activista de DDHH por la niñez, adolescencia y juventud, especialmente por las niñas.