PUNTO DE ENCUENTRO

Un tributo a la memoria y a la dignidad

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La Universidad de San Carlos de Guatemala (Usac) supo ser durante la guerra interna uno de los espacios de lucha y de resistencia por la democracia y la libertad. La Usac fue un símbolo de dignidad, una llama de esperanza y de luz en aquellos oscuros años de las dictaduras militares.

' Este memorial es, en síntesis, la victoria del amor frente al odio y de la vida sobre la muerte.

Marielos Monzón

El compromiso de muchos de sus profesores y profesoras, de sus trabajadores y trabajadoras, de un movimiento estudiantil vibrante y solidario con las causas de los más desposeídos, y la convicción mayoritaria en las y los sancarlistas de que el conocimiento solo trasciende cuando contribuye a transformar la realidad, hizo de nuestra universidad pública un referente.

Pero también la colocó en la mira de aquellos que a sangre y fuego instalaron el horror como método y, desde las entrañas mismas del Estado, urdieron la tierra arrasada, organizaron los escuadrones de la muerte, instalaron los centros clandestinos de tortura y construyeron la narrativa del enemigo interno para justificar la barbarie.

El terrorismo de Estado se impuso como práctica, siguiendo a pie y juntillas la Doctrina de Seguridad Nacional impulsada por el gobierno de los Estados Unidos, que adiestró a decenas de los represores del Continente. Por eso, a lo largo y ancho de América Latina se cuentan por miles las muertes, las desapariciones forzadas, las personas torturadas y violadas, las comunidades masacradas y los cementerios clandestinos.

La nuestra es una historia común llena de dolor, de brutalidad y de impunidad. Pero también es una historia de lucha, de valentía, de dignidad y de incansable búsqueda por la memoria, la verdad y la justicia. Por eso reviste de enorme significado que este viernes 30 de octubre se haya inaugurado en la explanada del campus central de la Usac el Muro a Nuestros Mártires Universitarios que recoge los nombres de 725 estudiantes, trabajadores y profesionales sancarlistas, víctimas del terrorismo de Estado. Gracias a Elizabeth Florián y Jorge Arriaga por hacerlo posible.

En cada uno de esos nombres recordamos a las mujeres y hombres que marcaron la historia de nuestro país y la de su casa de estudios. Pero recordamos también a nuestros familiares que nos fueron arrebatados por la violencia y la intolerancia, y que con su ejemplo nos dejaron marcado el camino para no claudicar frente a las injusticias, las opresiones, las desigualdades y la impunidad.

Ahí, en una de las placas dedicadas a quienes fueron asesinados o desaparecidos entre 1981 y 1990, aparece el nombre de Guillermo Monzón Paz, asesinado por un escuadrón de la muerte el 27 de febrero de 1981. Esa terrible mañana acribillaron al profesor universitario, al coordinador del área de Derecho Penal de la Usac, al abogado litigante, al jurista que representó a las familias de decenas de desaparecidos para lograr dar con su paradero. Mataron al asesor de estudiantes en el Bufete Universitario y al delegado nacional de Guatemala ante la Sociedad Internacional de Criminología. Esa terrible mañana mataron a mi papá.

Acribillando su cuerpo quisieron aniquilar sus ideas, sus pensamientos y sus convicciones. Pero no lo lograron. Porque él, al igual que los cientos de mártires universitarios a quienes hoy rendimos homenaje con este memorial, viven en nosotros, en nuestra memoria, nuestras ideas y en nuestros corazones.

A quienes nos enseñaron a amar y a honrar la vida, les honramos hoy reconociendo su valentía y su enorme dignidad. Este tributo a la memoria es un paso gigante en esta batalla por rescatar del olvido a quienes amamos, y por reivindicar su ejemplo y su legado. Este memorial es, en síntesis, la victoria del amor frente al odio y de la vida sobre la muerte.

ESCRITO POR:

Marielos Monzón

Periodista y comunicadora social. Conductora de radio y televisión. Coordinadora general de los Ciclos de Actualización para Periodistas (CAP). Fundadora de la Red Centroamericana de Periodistas e integrante del colectivo No Nos Callarán.