CABLE A TIERRA

Una “curita” para la gangrena

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Mi desacuerdo con la creación, en esta coyuntura, de un ministerio de planificación que sustituya a la institucionalidad de la Segeplán es porque van a destruir lo poco que aún queda en el Organismo Ejecutivo del Estado de Guatemala para crear otra institucionalidad que hará lo mismo que ya hace Segeplán pero peor hecho, puesto que al crear el ministerio, inmediatamente amplificarán aún más las oportunidades para la burocracia clientelar que se incrusta en el Estado, producto de favores políticos y alianzas corruptas, y con cada vez menos probabilidades de contar con personal con las capacidades, competencias y ética de servicio público que se necesita para ser funcionarios al servicio del Estado y del desarrollo. Basta ver al Mides para saber lo que se puede esperar. Más considerando la coyuntura actual del Estado y sus captores, que lo que menos necesitan es que se pretenda ordenar su actuar. Así, volver la Segeplán en ministerio equivale a poner una “curita” sobre una llaga gangrenada.

Que conste que no es que el país y el Estado no necesiten una verdadera planificación de Estado o crear una red de protección y seguridad social para toda la población, priorizando a los más vulnerables; sin embargo, crear “ministerios” impostados en el Ejecutivo como hicieron con Mides y ahora quieren hacer con Segeplán es la manera más fácil de decir que se hace algo para resolver un problema, pero sin cambiar nada de lo que verdaderamente impide el adecuado funcionamiento del Estado y sus pobres resultados de desarrollo.

' Ser ministerio no hará que le “hagan caso a Segeplán”.

Karin Slowing

Esto poco tiene que ver con la planificación y las políticas públicas escritas, y mucho con lo que es el verdadero y pervertido ejercicio del poder que está ocurriendo dentro del Estado, al cual la situación que vive la población le importa cada vez menos; y lo técnico, la evidencia y los procedimientos institucionalizados y amparados en ley le dan risa; que solo los usa a conveniencia para sus propios fines: enriquecimiento particular a costa del erario, clientelismo político para mantener el poder legal y la base electoral y ampliación de los privilegios para unos pocos.

Convertir a la Segeplán en ministerio no evitará ninguna de estas tres cosas, y si puede profundizar lo contrario, por las funciones estratégicas que esta secretaría realiza en la preparación del presupuesto, con los dictámenes que emite para el Minfin y la Junta Monetaria, con el sistema de inversión pública, que no deja que la opacidad se imponga totalmente en los negocios con la obra pública, y de la gestión de la cooperación internacional, cuyo “control total” buscan para asfixiar a la sociedad civil, no por otra cosa. Todo lo demás son formalismos con los que hay que cumplir, pero eso nada más. Así de fuerte es el deterioro de la función pública.

Este es, tristemente, el realpolitik dominante, y por el cual a Segeplán “no le hacen caso” los ministerios. Eso sí, todos le cumplen con los documentos de PEI/POM/POA y demás requerimientos, endilgados siempre a direcciones de planificación institucional por las cuales el poder real de los ministerios rara vez se asoma, y tampoco las Udaf; una realidad que, conste, no es nueva, pero que sí se ha empeorado dramáticamente estos últimos años. Así que volverla ministerio no hará que “hagan caso” los ministros sectoriales que manejan las instituciones que tienen los recursos y las personas que operan esos intereses.

La lógica del poder se impone sobre el “deber ser” y la tecnocracia a la planificación. Las acciones que verdaderamente se implementan en los ministerios se definen en espacios donde Segeplán no tiene ni tendrá injerencia, ni siendo ministerio.

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