Terminó un año que seguramente no vamos a extrañar, y con ello el inicio de un nuevo ciclo. Si bien nuestro país tiene todavía importantes rezagos, hay logros importantes y debemos reconocer que el Gobierno, sin duda, tomó medidas acertadas al inicio de la pandemia del covid-19, que fueron claves.

Cuando vemos lo que está pasando en países como Panamá, Estados Unidos, México, Colombia o incluso Uruguay, que había sido durante mucho tiempo el ejemplo para América Latina, no cabe la menor duda de que hubo medidas positivas que se tomaron a través del Ministerio de Salud y la Coprecovid, que fueron las correctas, e incluso desde la Municipalidad de Guatemala. El uso de la mascarilla en todo el país, el lavado constante de manos, el mantener un distanciamiento social, así como los centros de bienestar respiratorio, sin duda fueron acciones concretas que ayudaron a que no se tuviera una situación tan crítica al final del año.

También es propicio reconocer la enorme solidaridad del sector empresarial, que no dudó en apoyar de lleno al país, a través de la donación de insumos médicos (algunos tan innovadores como las escafandras, que ayudaron a salvar tantas vidas), pruebas, medicinas, construcción y equipamiento de hospitales y toda clase de víveres. Esta coordinación del sector empresarial con el Gobierno lo vimos también durante las dos tormentas tropicales. Algo que no se observa en otras latitudes de nuestra región.

Todos estos logros, por supuesto, no deben dejar de lado los grandes desafíos que tenemos en materia de pobreza, salud materno-infantil o desnutrición crónica, así como el reto que tenemos ante una educación pública que se ha quedado completamente rezagada y donde la niñez y la juventud seguramente no están aprendiendo nada.

Por ello, el 2021 debe ser un año para avanzar en las reformas del sistema de salud y el sistema educativo, que nos permitan avanzar hacia un mayor desarrollo humano. Aunado a un esfuerzo de mayor recuperación económica, para volver a generar la gran cantidad de empleos formales que se perdieron durante el 2020, aprovechando aquellos sectores económicos que están creciendo y apoyando a sectores que han sido golpeados a nivel global.

Hay sectores de la economía como el de servicios tecnológicos y de comunicaciones, financiero, sector inmobiliario, o agrícola, que aun con la crisis lograron crecer. Y se ven grandes oportunidades para Guatemala en la transformación del área metropolitana hacia el sur del país, donde el corredor económico entre el departamento de Guatemala y Escuintla tiene un gran potencial de transformación en inversiones urbanas, de servicios de exportación y logística.

Esto, por supuesto, va a requerir una mayor inversión en infraestructura (que nos recuerda que en el Congreso hay una ley para ello que debe ser aprobada), el desarrollo de mejores capacidades técnicas (especialmente enfocadas en el aprendizaje del idioma inglés) y una mayor coordinación entre los gobiernos municipales, gobierno central, organizaciones sociales y sector empresarial, que permita brindar un acompañamiento propositivo a las inversiones que se pueden establecer en dicho corredor económico.

Tenemos que ser conscientes de que hay sectores como el turismo, cuya recuperación tomará más tiempo, por lo que es propicio buscar mecanismos para la coordinación de inversiones urbanas y de movilidad, que se necesitan en varios municipios, y ayudar a que los alcaldes trabajen más de la mano con el Inguat, en invertir en el desarrollo de productos turísticos que sean comercializables a nivel global.