El índice de desarrollo humano mide tres grandes dimensiones respecto a los componentes más importantes del ser humano en un determinado país, una vida longeva, sana y saludable, el conocimiento y un estándar decente de vida. Según esta evaluación, a nivel global los cinco países con el mayor nivel de desarrollo humano son: Suiza, Noruega, Islandia, Hong Kong y Australia entre 191 países evaluados. Desde 1994, Estados Unidos dejó de ser la referencia en desarrollo humano y ahora está en la posición 21 de 191 países en la evaluación.

Este indicador nos debe llevar a la acción, en estas fechas en que estamos cerca de celebrar la Navidad, y conmemorar el nacimiento de Jesucristo en Belén, un acontecimiento celebrado por más de dos mil millones de cristianos e incluso por muchos no cristianos en todo el mundo. La importancia de mejorar el desarrollo humano está intrínsecamente ligado a un principio constitucional de que el Estado “se organiza para proteger a la persona y a la familia, su fin supremo es la realización del bien común”.

En este sentido, considero personalmente que Guatemala, siendo evaluado como un país de desarrollo medio, cuyo índice de desarrollo humano nos sitúa en la posición 135 de 191 países, debe invertir más en crear las condiciones que nos permitan no solo reducir la pobreza, sino generar mejores oportunidades para la prosperidad de su población. Según el informe de Desarrollo Humano, “entre 1990 y 2021 la esperanza de vida al nacer en Guatemala cambió únicamente 6.8 años, los años de escolaridad promedio cambiaron solo 2.5 años y los años de escolaridad esperados cambiaron 4.1 años. La renta nacional bruta per cápita de Guatemala cambió en aproximadamente un 61% entre 1990 y 2021”.

Estos datos reflejan algunas condiciones en las que debemos profundizar, puesto que ningún país puede desarrollarse si su población solo tiene 6.2 años de educación en promedio. Y es que según el informe de desarrollo humano, “el gasto en educación de Guatemala es el más bajo de América Central, lo que resulta en los peores resultados educativos. Con 2.75% del PIB en 2017, el gasto público en educación es el más bajo de todos los países comparables, equivalente a prácticamente la mitad del gasto promedio en educación de América Latina y el Caribe”. Según el Banco Mundial, en su último informe, titulado Desatando el potencial de crecimiento de América Central, “si bien el índice de matriculación a nivel primario de Guatemala es similar al de otras economías, sus índices de matriculación a nivel secundario y terciario están entre los más bajos. Apenas el 46 por ciento de los jóvenes elegibles en Guatemala están matriculados a nivel secundario, es decir 22 y 35 puntos porcentuales menos que en sus comparadores estructurales y aspiracionales, respectivamente”.

Es tan importante invertir en mecanismos que nos permitan acelerar la inversión en educación secundaria y terciaria. “A nivel mundial, las personas que abandonan la escuela a edad temprana tienen peores condiciones de trabajo y resultados de salud, además de estar sobrerrepresentados entre aquellos que cometen o son víctimas del crimen”, concluye el informe.
Por ello, tomemos un momento para reflexionar ¿cómo podemos mejorar las condiciones de inversión y calidad en educación? ¿qué instrumentos de política pública nos faltan para establecer incentivos para que los padres de familia vean mayor importancia en la educación de sus hijos? Y ¿cómo podemos juntos trabajar por reducir las brechas a la educación?”. ¡Feliz Navidad!