PUNTO DE VISTA

Venezuela después de Trump

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Dejando de lado las discutidas y discutibles actuaciones de Trump en política interna y en el sistema internacional en general, es indudable que apoyó con firmeza la causa de la democracia venezolana. Escogió el camino de la máxima presión en materia de sanciones y, al hablar de que “todas las opciones están en la mesa”, parecía dejar abierta la posibilidad de una acción de fuerza para el cambio de régimen. Las sanciones y la retórica amenazante tenían el objetivo de buscar un quiebre interno del régimen, particularmente en el sector militar.

' Bob Menéndez, consecuente amigo de la democracia venezolana, será el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado.

Sadio Garavini di Turno

La estrategia no carecía de fundamento. El conato de rebelión militar del 30 de abril del 2019 lo demuestra. No es poca cosa que estaba involucrado el general Manuel Figuera, quien era el director del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), uno de los cargos más relevantes en el régimen. Es obvio que había otros participantes de alto nivel que optaron, a última hora, por no aparecer. Sin embargo, la amenaza de Trump era un “bluf” en un juego de póker. Nunca hubo la intención de concretarla. Trump es básicamente un “aislacionista”, en la tradición “jacksoniana” de la política exterior norteamericana. Y más todavía lo es su electorado, fundamentalmente rural, anticosmopolita, muy contrario al papel activo de los EE. UU. en el escenario internacional. Además, Trump también veía los casos de Venezuela y Cuba en función de la disputa por el estado clave de la Florida. Recordemos que Bush hijo ganó la presidencia de los EE. UU. por los 537 votos de ventaja que obtuvo frente a Gore en Florida. Esta vez, Trump ganó el estado muy holgadamente.

Biden inicia su gobierno con una agenda muy complicada, tanto en política interna como en la internacional. Sin embargo, en el caso de Venezuela no veo cambio en el objetivo central de apoyar la recuperación de la democracia. El nuevo secretario de Estado, Anthony Blinken, en una entrevista donde además de criticar prácticamente toda la política exterior de Trump, afirmó textualmente que Trump “hizo lo correcto” al respecto de Venezuela y reiteró el reconocimiento a la Asamblea Nacional del 2015 y su presidente Guaidó. Jake Sullivan, el nuevo Asesor de Seguridad Nacional, dijo textualmente que había que “duplicar las sanciones y continuar construyendo la coalición internacional en torno a esto y enfocarse particularmente en separar a China, Cuba y Rusia de Venezuela, a través de cualquier medio que tengamos a nuestra disposición porque esos, efectivamente, son los salvavidas”. Tanto Sullivan, como Juan González, el encargado de América Latina en el Consejo de Seguridad Nacional, han dejado entrever que Cuba deberá escoger entre el cada vez más reducido apoyo de una Venezuela en pleno desastre socioeconómico y una cierta apertura con los EE. UU.

Todos estos funcionarios han afirmado que se buscará, en el caso Venezuela, una mayor coordinación con los aliados europeos y hemisféricos. Además hay dos factores concretos que favorecen que el Gobierno Biden mantenga la presión sobre el régimen de Maduro. El primero tiene que ver, como lo afirma el influyente Richard Haass, en la revista Foreign Affairs, que Venezuela es uno de los pocos temas de política exterior que seguirá teniendo apoyo bipartidista.

Por cierto, es de notar que Bob Menéndez, consecuente amigo de la democracia venezolana, será el nuevo presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado. En efecto, dada la mínima mayoría demócrata en el Senado y la también muy reducida ventaja en la Cámara, a Biden le interesa mantener y enfatizar los temas dónde hay consenso bipartidista, para facilitar la necesaria negociación en el poder legislativo. Además, en el orden geopolítico, no creo que sea aceptable para los EE. UU. la consolidación de una “segunda Cuba”, apoyada por Rusia e Irán, en el hemisferio occidental.

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