META HUMANOS

Vengo del paraíso y no lo sabía

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¿Qué valor único tengo para aportar a la mesa? Hoy, 14 de febrero, un día en el cual muchos celebran el amor, decido escribir sobre esta pregunta, la cual tuvo un impacto significativo en la forma en que me veo a mí misma y a mi país.

' “No todas las tierras ofrecen tanto. Eres afortunada de haber nacido en Guatemala”.

Mi padre

Hace un par de años, mi papá se acercó a mí con la intención de incomodarme. Él se toma el rol de hacerlo muy en serio porque considera que la incomodidad es necesaria; muchas veces nos revela verdades y nos muestra puntos importantes que requieren de nuestra atención.

Mi papá llegó con esta pregunta unos meses antes de que yo me fuera del país. Estudiar en el extranjero era uno de mis sueños y finalmente estaba por cumplirse.

En la mayoría de los casos, al mudarte al extranjero te enfrentas con la dura realidad de que fuera de lo conocido no le importas a nadie. Además de esto, muchos se enfrentan a un shock cultural.

Con el tiempo vas conociendo personas, fortaleciendo relaciones y sintiéndote en casa. Sin embargo, es importante remarcar que este proceso no es nada fácil. “Hacerse valer” en un lugar nuevo es un gran reto. Para hacerme entender esto, mi papá me planteó la pregunta: ¿Qué valor único tienes para aportar a la mesa? “En tu tierra te conocen y eres querida, pero fuera no tienen por qué conocerte ni quererte. ¿Qué harás para mostrarles quién eres? Y luego toma en cuenta que eres una de muchas personas, una realidad que al estar fuera será más palpable. ¿Qué te hace destacar?”

Luego de dedicarle tiempo a estas preguntas, me di cuenta de que no sabía cómo responderlas. Al inicio confronté a mi papá. ¿Acaso crees que no tengo valor que aportar? Le pregunté. Su respuesta me dejó perpleja: “Sí, lo creo. Solo no estoy seguro de si tú estás consciente de todo lo que puedes aportar. Eres de Guatemala. ¿A qué te refieres? Le pregunté. “Naciste en un país extraordinario. Formas parte de una cultura milenaria. Vienes de un contexto multicultural fascinante y estás acostumbrada a vivir en uno de los países más biodiversos del mundo. No todas las tierras ofrecen tanto. Eres afortunada de haber nacido en Guatemala. Espero que lo sepas”.

Honestamente, no sabía lo afortunada que era de haber nacido en Guatemala hasta que me fui. Trabajando como niñera en Italia, tuve una conversación que me impactó mucho. ¿Qué haces aquí? Me preguntó una italiana al enterarse de que venía de Guatemala. “Tú vienes del paraíso, ya quisiera yo vivir en Guatemala”, me dijo ella.

Viviendo en el extranjero tuve varias conversaciones similares a la que tuve con esta señora, las cuales me enseñaron que todo es relativo. Lo que unos lamentan, otros desean. Esta fue una lección importante; sin embargo, la lección más importante me la enseñó mi corazón roto.

Al irme de Guatemala y dejar mi tierra, mi familia, mis costumbres, mis tradiciones, y el sol, me di cuenta de lo valioso que era mucho de lo que yo solía dar por centavo. Guatemala es un país con una riqueza incomparable. Es una tierra deslumbrante que enamora tanto a locales como a extranjeros. Darme cuenta de esto me ayudó a afrontar los retos que conlleva vivir fuera.

Caterina, al vivir fuera, no es cualquiera. Caterina es una orgullosa guatemalteca que con mucha disposición y apertura le enseña a quien esté interesado sobre la maravillosa tierra que me vio nacer y sobre la grandeza de mis ancestros.

Aceptar mis raíces me ayudó a amarme más profundamente, por lo que hoy, 14 de febrero, creo que es importante hablar sobre la relación que tenemos con nuestras raíces. ¿Aceptamos de dónde venimos? Reconocemos nuestra grandeza

ESCRITO POR:

Caterina Méndez

Estudiante (literal y figurativamente). Aprendo incansablemente y escribo sobre estos aprendizajes con la esperanza de que le puedan ser útiles a más personas. Sueño/trabajo por un mundo de más empatía, bienestar y alegría.