ALEPH

Votos contra la corrupción y la sinmemoria

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Si el pacto de corruptos, incluido el muy cuestionado Tribunal Supremo Electoral, hubiera sabido que Bernardo Arévalo llegaría a un segundo lugar en la primera vuelta de las elecciones lo habría sacado de la contienda como lo hizo con Thelma Cabrera, Roberto Arzú y Carlos Pineda. Se les coló. Y es que ni siquiera en las encuestas aparecía el Movimiento Semilla como una opción para la papeleta blanca (https://www.prensalibre.com/opinion/columnasdiarias/yo-queria-votar-por-x-pero-la-encuesta-dice-que-no-va-a-ganar/).

' Aunque un país como Guatemala no cambia en cuatro años, sí podría enderezarse el rumbo ahora.

Carolina Escobar Sarti

Yo tomé la decisión de ir a votar solo un par de días antes, movida por un deseo muy personal de hacer lo que consideraba correcto. Nunca imaginé los resultados de esta revolución sin sangre. Es evidente que una generación de políticos corruptos comienza a salir de Guatemala y que el ciclo generacional de políticos tradicionales empieza a romperse. Para quienes creemos en los procesos y tenemos paciencia, el 2015 no fue en vano y dos cosas definieron los resultados actuales: el hartazgo por la corrupción (voto antisistema) y la memoria histórica (voto anti Zury & Cía). Quiero creer que somos, cada vez más, ciudadanía y no redil. El músculo ciudadano se ejerce, y las nuevas generaciones lo saben.

De aquí al 20 de agosto serán semanas intensas y tensas. Hay, por un lado, una campaña millonaria, de la candidata que se la juega por tercera y última vez. Esto generará, posiblemente, movimientos bruscos de quien es vista como un animal político con mucho colmillo, amplia base social y muchos conectes dentro y fuera del pacto de corrupción. Hay otra campaña de a pie y pocos recursos, diseñada por un movimiento joven que tiene un horizonte democrático claro, que precisa seguir fortaleciendo su estructura partidaria y ampliando su base social, pero que no le debe nada a nadie y que cuenta con profesionales que juegan fuera de la cancha de la política tradicional, lo cual le permitiría hacer saludables alianzas de cara al futuro. Y aunque sabemos que un país como Guatemala no cambia en cuatro años, estamos viviendo de cerca este momento parteaguas en la historia política del país que quizás permitiría enderezar el rumbo ahora para que, en una generación, pudiéramos comenzar a ver cambios profundos y significativos.

Lo que no es nuevo son algunos mitos que rondan estas elecciones: el comunismo, la derecha y la izquierda, la diversidad, la familia, la propiedad privada, la libertad, Nicaragua y Venezuela, entre otros. Muchos correspondientes a una narrativa obsoleta y malintencionada. Y hay gente que aún los cree, a pesar de lo evidente. Lo que tampoco es nuevo es la doble moral que sostienen las viejas narrativas que se esgrimen para ganar el poder. De momento, elijo agradecer a este gobierno y al anterior por llevarnos al límite; a la hija del general por vestir el huipil ixil y acompañarse de lo más tradicional y oscuro de Guatemala; a los asesores de las peores campañas; y al pacto de corruptos, que no vio venir lo que hoy estamos viviendo. Gracias también a quienes no votaron porque no creen en el sistema, a quienes sí votaron pero nulo y a quienes creen en su voto más que en las encuestas. Acá les dejo con un tuit leído recientemente, motivo de una futura conversación: “Esos de la cantaleta de que su Guate se va a convertir en otra Venezuela tuvieron 70 años para convertirla en otra Dinamarca y se dedicaron a saquearla hasta convertirla en otro Haití.”(@VicGarciaNou) y “Ese su rollo con la #Agenda2030 sólo lo agarraron de caballo de batalla ahora por llenarse la boca. Cuando la aprobó el gobierno de Maldonado Aguirre, cuando el de Jimmy la adoptó como política y le echaba flores, ni pío decían.

Hasta CACIF y FUNDESA lo promovían”. (@JPGramajoC)

ESCRITO POR:

Carolina Escobar Sarti

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Salamanca. Escritora, profesora universitaria, activista de DDHH por la niñez, adolescencia y juventud, especialmente por las niñas.