Rincón de Petul
Waykán, comisionado y consejero presidencial para los migrantes
Esperamos que la presidencia le provea los insumos necesarios.
Del noble valle de Jolom Konob’, epicentro espiritual de la gente q’anjob’al, salió en décadas pasadas Aldo Waykán. Esos místicos valles huehuetecos se tiñeron un día de sangre, producto de las carnizas sufridas en la guerra. Como tantos de los suyos, el joven encontró destino en California, donde hizo su vida. Lo destacó, sin embargo, en deseo por ejercer liderazgo público y comunitario. Un momento importante en ese afán lo vive ahora, al haber sido designado por el presidente Arévalo como su comisionado y consejero especial para asuntos que tengan que ver con las poblaciones expatriadas. Nombrado el primero de este mes, el nuevo comisionado tiene como aparente función ser el enlace al presidente con las importantes y numerosas diásporas guatemaltecas, tan abandonadas y traicionadas por los gobiernos anteriores.
Esperamos que la presidencia le provea los insumos necesarios.
A la selección de Waykán para el cargo, se le miran características positivas. El simbolismo —en sí— expone una selección hecha con precisión. Lo explico así: si bien es cierto proviene de las organizaciones de Los Angeles, que constituyen el poder centralizado en la representación migrante en EE. UU., también es un miembro de las comunidades q’anjob’al, grupo tan sobresaliente en las poblaciones mayas asentadas en aquel país. Una mezcla de varios mundos. Ahondo exponiendo que existe en el nuevo comisionado una combinación de antagonismos interesantes e —incluso— necesarios: El de Los Angeles centralizador, donde se han acumulado los intereses de lo que veo como nuevas élites —estas creadas en el exterior—; y en su contraste, las nuevas “Guatemalas” esparcidas en decenas —o cientos— de pueblos pequeños de los estados más rurales, donde las comunidades mayas se han asentado con mayor notoriedad. Y donde considero que se sufren algunas de las manifestaciones más profundas de exclusión y abandono del ciudadano guatemalteco.
La figura del Comisionado Presidencial de los Migrantes fue usada por primera vez, según recuerdo, en 2016. Luego, Giammattei, creo que nunca nombró a nadie para ese puesto. En todo caso, no creo estar solo al decir que ahora se respira por primera vez una esperanza de que el nombramiento haya sido hecho con el ánimo de tener una aproximación más humana a un problema tan mayúsculo. Tuve oportunidad de charlar con Waykán hace unos días, y me comentó sobre los muchos temas de interés que quiere abordar. No es de extrañar que haya tantos pendientes, dada la cruda historia de abandono que el guatemalteco expatriado ha sufrido. Pero lo que más resalto fue su respuesta cuando le pregunté a qué tema le quiere poner principal atención. Sin dudarlo, “la atención del sistema consular” fue su respuesta. Algo con lo que coincido plenamente, debido al tan grande rezago que existe respecto a lo que debiera ser un sistema encargado de documentar al guatemalteco en el exterior, y de protegerlo y asistirlo, en nombre de su país de origen.
Los comisionados presidenciales son una figura un tanto ambigua. Sin haber estado en el diseño original del Ejecutivo, su incorporación a partir de Berger ha sido usada con fines diversos. Algunos, efectivamente para acercar el presidente a problemáticas puntuales. Otros, para acercarlo a los trinquetes. Y otros han terminado siendo meras figuras decorativas. Apariencias que igual hubiera dado que jamás hubieran sido nombrados. Al comisionado Waykán le deseamos lo mejor en su camino oficial. Esperamos que la presidencia le provea los insumos necesarios para evitar caer en una figura decorativa. Esa principal tarea que se propone —la consular— es suficiente para marcar una transición, un cambio. Se requiere, empero, amplios poderes para revertir lo que hasta hoy estuvo tan infiltrado por las redes de corrupción.