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Cómo elegir sin opciones
Dentro de pocos meses iniciará el proceso de votaciones, y el mayor problema con que nos enfrentamos es la miserable oferta electoral, lo que genera un ambiente de incertidumbre y desesperanza.
En Guatemala los partidos políticos son desechables y carecen de ideología, el que manda es el cacique (dueño del partido), que solo lo utiliza como trampolín para llegar al poder, sin importar si es un incompetente, narco, corrupto o mafioso.
Es importante comprender que más allá de la elección de un presidente, también se eligen alcaldes y los diputados al Congreso; y son ellos justamente quienes tienen la mayor cuota de poder e incidencia en el quehacer político del país.
Prueba de ello, es que la actual legislatura tuvo en sus manos retirar el derecho de antejuicio al presidente en varias ocasiones y no lo hizo, han cambiado las leyes a su gusto y antojo al punto que hoy son considerados el grupo de diputados más corruptos y descarados de toda la historia, convirtiendo al congreso en la institución más desprestigiada del país. El actual grupo de congresistas tienen la peor imagen y menor credibilidad de todos los tiempos.
Encima están tan empoderados que han llegado al colmo de pretender cambiar las leyes para lograr castigar a quienes “se atrevan a criticarlos”, no solo a ellos, sino a cualquier aspirante a cargos de elección popular y funcionarios públicos; lo que vendría a limitar la libertad de expresión. A pesar de que la Constitución establece que cualquier funcionario es sujeto de crítica, sin limitaciones de ninguna naturaleza.
El electorado debe entender al momento de emitir su voto, que el poder legislativo es clave para el buen desempeño de un gobierno, por no ponerle importancia a esta situación, hasta ahora, solo hemos tenido personas mediocres y corruptas, que han contribuido al gran deterioro institucional.
Estos últimos tiempos han sido muy difíciles para los guatemaltecos, porque aparte de haber tenido que lidiar con “el pacto de corruptos”, que se unió para destruir el trabajo de Cicig y acabar con la última esperanza que tenía el pueblo honesto de reconstruir el país; además hemos tenido que soportar este pésimo gobierno los últimos eternos tres años.
El ambiente que se percibe para el próximo proceso electoral, es de una contienda sin opciones de cambio para un sistema fallido, que continuará permitiendo que cada cuatro años llegue un gobierno peor que el anterior. Al menos en elecciones pasadas los votantes tenían ciertas expectativas positivas, -Pérez ofrecía seguridad y el outsider Morales ofreció que seria de todo, menos corrupto y ladrón- pero después de estos catastróficos desenlaces de ambos, los ciudadanos quedaron decepcionados, confundidos y escépticos.
Hasta el día de hoy la oferta política es nula, por ahora no tenemos opciones para poder escoger a un presidente en el 2019. Mucho menos diputados que representen realmente los intereses de la población. Lo que se ve venir es un desfile de personajes oscuros que están incrustados en el sistema político nacional.
Esa opción de “tener que elegir al menos malo” es ya inadmisible, escoger entre propuestas políticas mediocres, con financiamientos oscuros, personas ya conocidas por su falta de integridad moral y con trayectoria de corruptela.
No cabe duda que las leyes que tenemos protegen a los politiqueros, encima al salir del poder se van a refugiar al Parlacen para no perder su inmunidad y retirarse a disfrutar de los millones que han logrado sacar ilícitamente de su gestión.
Guatemala ya no soporta más abusos de poder y corrupción. Más que ser catalogados como estado fallido, nuestro país está en riesgo de convertirse en una dictadura o una anarquía.
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