LA BUENA NOTICIA
¡Conviértanse!
La Palabra de Dios del domingo pasado fue una llamada a la vigilancia. Los discípulos de Jesús no viven adormecidos en su vida cristiana ni en la sociedad, sino alertas, sobre todo, cuando en el ámbito eclesial la misión evangelizadora es una tarea permanente, y en lo social vemos que las mafias criminales incrustadas en el Estado guatemalteco se empeñan en mantener el régimen de impunidad y corrupción, que beneficia a una derecha urbana conservadora, racista y excluyente, y para más inri, recibe la bendición de una mínima pero influyente elite católica, que perdió su mordiente profética, al quedar atrapada en una ortodoxia de corte platónico y aristotélico.
Hoy, segundo domingo de Adviento, la llamada es: “Conviértanse”. El que vive atento a las señales que da el Señor y es capaz de discernir los “signos de los tiempos” se muestra disponible para impulsar un cambio radical y total en su vida personal y en su entorno socioeclesial, al estilo de Juan Bautista, que cuestiona el status quo religioso y social, al llamar “raza de víboras” a los corruptos e hipócritas de su tiempo, incapaces de “hacer ver con obras su arrepentimiento”. La conversión implica un cambio que empuja a vivir y actuar de cara al Dios compasivo y misericordioso y, como Él, luchar por la justicia y el amor. La conversión auténtica se manifiesta en los frutos, expresión de un nuevo estilo de vida, para no “hacerse ilusiones pensando que tienen por padre a Abraham”.
El Año de la Misericordia fue una fuerte sacudida que nos despertó para vivir en estado permanente de misión sostenidos por el Dios que no sabe más que amar. Pero también nos sensibilizó para escuchar los gritos dolorosos de la sociedad guatemalteca empobrecida y secuestrada por una clase política corrupta y criminal; para no ser sordos al clamor de los pobres e indefensos, de los atropellados por la injusticia y la discriminación, de los humillados “sin tierra-techo-trabajo”, de los manipulados por los “mass media” serviles del sistema; para no ser indiferentes al drama de los emigrantes, desempleados y ancianos.
Ahora somos llamados a preparar el camino del Señor para que el Reino de Dios se acerque y volvamos a Jesús como la referencia más importante para la vida, acogiendo el Evangelio, en unas comunidades que se empeñan por encontrar caminos nuevos para su misión. Esto no será fácil, porque nos resistimos al cambio y preferimos seguir haciendo lo mismo. En algunos sectores eclesiásticos hay miedo de transitar en la perspectiva abierta por el papa Francisco, por más que expresen su comunión con él en sendos comunicados que nadie lee o en sermones vacíos y aburridos que no inspiran ni comprometen.
Juan Bautista es el icono que sobresale en la Palabra hoy, para recuperar la fuerza transformadora del Evangelio e incidir significativamente en la realidad. Él no es un funcionario de la institución religiosa, es profeta. Las instituciones no quieren en sus filas profetas: hombres que piensen, que anuncien, den ánimo al pueblo, o que denuncien la corrupción, prefieren títeres que cumplan y transmitan las órdenes que emanan del poder.
pvictorr@hotmail.com