REFLEXIONES
Crisis humanitaria
Distraídos con la crisis del Estado, por la corrupción y las dos vueltas electorales, hemos perdido de vista que el mundo entero tiene múltiples manifestaciones de crisis humanitarias, pero que tal vez la peor es la desidia. Vemos cómo se da una implosión del que fuera un país fuerte en tradiciones y economía y que se descompone en un absurdo sectarismo político-religioso que se enfrentan al hundimiento con los niveles más altos de violencia, provocando la huida masiva de miles de familias que buscan proteger a sus hijos y a sus ancianos.
Ciertamente es un conflicto también alimentado por los países de occidente, en los que cada uno va escogiendo una contraparte a quien apoyar militarmente para hacer avanzar sus intereses estratégicos, pero sin utilizar a sus propias fuerzas militares. Esta guerra se vuelve así un videojuego en el que cada una de las potencias define a distancia y electrónicamente los objetivos a ser bombardeados sin importarles la cantidad de víctimas inocentes que caen en el proceso. Este país de cultura milenaria está siendo arrasado humanamente y literalmente aplastado físicamente.
La tragedia no termina allí, quienes logran huir y buscar refugio se encuentran con terribles obstáculos en el camino; campamentos de refugiados que rebasan sus capacidades, avanzan hacia países europeos que ante la presión de grupos extremistas y xenofóbicos deciden ignorar su responsabilidad humanitaria y cerrar violentamente sus fronteras. El caso más trágico es el de Hungría, que levantó un muro de alambre espigado y ubicó a sus tropas en la frontera para cerrar el paso a los refugiados de Siria y luego Bosnia y Bulgaria.
La Gran Europa que logró unificarse ante principios democráticos, intereses económicos comunes, generar estados de bienestar y crear una moneda única, es hoy una Europa que no logra definir una política común frente a las migraciones del sur y frente a los refugiados de Siria y otros países en conflicto. Es legítimo el reclamo de los países de Europa del sur como España, Italia y Grecia, que se quejan de que el resto de Europa y en especial el norte están dejando totalmente el peso y la carga económica que representa recibir grupos de migrantes masivos, sin compartir una responsabilidad y gasto común.
Algunos europeos olvidaron muy pronto la solidaridad de diversas naciones después de la Segunda Guerra Mundial. Por supuesto que la gran responsabilidad cae sobre los países que han alimentado o se han beneficiado económicamente de los conflictos armados y que están obligados a reconocer su responsabilidad histórica y a restablecer el balance de atención humanitaria.
Fue sintomático que en las afueras de Viena se encontrara el camión refrigerado con 72 cadáveres adentro de migrantes asfixiados, mientras en esa misma ciudad estaban reunidos los líderes europeos que no lograron ponerse de acuerdo en una política común sobre migraciones.
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