Cuando he tenido conversaciones con líderes de los trabajadores y tocamos el tema de aumentos autos salariales les pregunto: ¿qué vas a dar a cambio? Quizás suena chocante la pregunta y la respuesta podría ser ¿qué está haciendo el contratante o empresario para que yo suba mi productividad?

Todos deseamos que los salarios sean justos, eso quiere decir, que alcance para comer, vestir, garantía de poder pagar o tener sistema médico, hospitalario y de medicinas; tener cómo movilizarse, posibilidad de adquirir vivienda, educación de los hijos y muy importante, poder seguir estudiando.

Es por todos conocido el dicho, los médicos deben estar siempre estudiando para estar al día, es evidente que un buen médico, aunque trabaje más de 10  horas, debe hacerse tiempo para estudiar los avances de su especialidad. De la misma manera, un trabajador industrial o del campo debe ser educado de tal manera que tenga la ambición de prepararse y culturizarse más, de leer inclusive temas que no tengan que ver con su trabajo.

El salario no representa lo que la persona en sí vale, depende en primer lugar del valor de lo que produce contra el costo de obtenerlo. Por supuesto esto es difícil de definir en trabajos en que no se produce un bien tangible, como el de impartir educación, realizar labores importantes como la de limpieza, guardianía, etc. que generalmente dependen del margen que tengan de los productos que produce la empresa o si es empleo público, de la producción de bienes en el país.

También depende de los puestos de trabajo que hay disponibles, si no hay puestos de trabajo suficientes, quien está desocupado estará dispuesto a trabajar por un salario más bajo, por ello las organizaciones sindicales de Estados Unidos han aconsejado que los salarios estén cerca o alrededor del punto de equilibrio; lugar donde los contratantes están dispuestos a dar trabajo y los trabajadores a trabajar.

La única forma de aumentar trabajos y sueldos es con inversión para producir y en capacitación de los trabajadores.

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