DE MIS NOTAS
De Venezuela a “Malazuela”
Caracas. 9:30 a.m. Bajo el sol de un verano abrazador la cola para ingresar a la cadena estatal de supermercados “Bicentenario” es ya de cientos de personas. Las esperas son de horas. El monopolio estatal de alimentos es otro lastre que el pueblo venezolano tiene que cargar para la difícil tarea de conseguir los alimentos diarios de la canasta básica.
Un país partido a la mitad por un populismo bárbaro sentado encima de multibillonarias riquezas, cuarto exportador de petróleo del mundo, haciendo colas para comprar papel higiénico y un par de libras de pollo. Si la ironía pudiese levantar muertos, Chávez resucitaría.
Dura situación para un país anteriormente despilfarrador y gamonal. Una potencia petrolera que prestaba a manos llenas sus petrodólares se encuentra ahora en la lipidia, viviendo de futuras entregas de petróleo.
Los pronósticos prevén un posible default de su deuda si para octubre de este año —cuando se venza el primer préstamo de US$5 mil millones— los precios del crudo continúan como hasta ahora. Y lamentablemente para Venezuela todo apunta a que así será por varios años, debido al fenómeno de la creciente explotación de las arenas bituminosas, las cuales tienen un rendimiento por barril a precios muy inferiores al coste del tradicional pozo de perforación. Por esa razón, de US$65 mil millones de ingreso que obtuvo en el 2014, Venezuela este año obtendrá US$35 mil millones.
Los sistemas despóticos y patrimoniales, como es el caso de Maduro, con una red interna de familiares y un anillo granítico de colaboradores cercanos acaparando todo el poder y los recursos del Estado, son como una hemorragia que a la larga desangra al paciente.
Gota a gota se ha venido desangrando el suelo de Simón Bolívar, convirtiendo a este bello país de tanto potencial económico en una prisión política desde la cual nadie puede salir, porque está amurallada como cárcel bajo la bota de un sistema despótico disfrazado de democracia.
La captura de Antonio Ledezma, alcalde de Caracas, hace unas semanas, por medio de un operativo policiaco totalmente desproporcionado, digno de una película de acción, con más de 80 hombres fuertemente armados, ha generado señales de tensión en los círculos opositores y se aprestan para soportar un largo invierno de persecución. Ledezma es acusado por Maduro de “cometer crímenes contra la seguridad, la paz y la Constitución”.
En una larga alocución por cadena televisiva llena de señalamientos extravagantes, Maduro lo acusó de complotar el envío de una avioneta cargada de explosivos para bombardear el palacio presidencial. La señal para llevar a cabo el golpe fue un campo pagado de Ledezma en el que demandaba “un gobierno de transición de amplia base”, publicado en El Nacional, el último periódico de la oposición.
Solo a Maduro se le podría ocurrir semejante estupidez, argumentan los analistas, y coinciden en que esta es la primera ofensiva para impedir que los principales líderes de la oposición estén libres para participar en las próximas elecciones.
Descabezar la oposición, declarar un estado de Emergencia si sale el pueblo a las calles a protestar; cualquier acción que sea necesaria para atrincherarse en el poder parece ser la hoja de ruta de un gobierno despótico. Primero Chávez derrochando sus riquezas por todo el mundo cuando el precio del petróleo estaba por encima de los US$100 el barril. Y ahora este émulo, un exchofer de bus, más peligroso aún por incapaz e ignorante.
La mala racha de los venezolanos parece no acabar.
alfredkalt@gmail.com