Mientras muchos o pocos guatemaltecos se preparan para acudir a las urnas este 6 de septiembre, yo me encuentro escribiendo este artículo, hoy 3 de septiembre, meditando desde el exterior lo que puede o no puede pasar en este día tan importante. Por mi lado, estaré volando de regreso a Guatemala un día antes de las elecciones para ejercer mi derecho ciudadano.

Hay tantas cosas que la ciudadanía pide para darle un rumbo nuevo a Guatemala, y entre las acciones prioritarias está el resguardar la institucionalidad democrática, y el Estado de Derecho porque es el cimiento para nuestra seguridad y prosperidad. Por fin hemos despertado del letargo, y prueba de ello es que estamos por fin viendo la justicia en operación. Ahora se encuentran en la cárcel o a punto de entrar a ella, muchos funcionarios corruptos que han pisoteado a nuestro pueblo. Por ello, ahora más que nunca, debemos demandar un sistema político con mayor transparencia e inclusión y vigilar de cerca a quienes queden electos.

Estamos viviendo momentos históricos en Guatemala. Depende de nosotros si logramos cambiar el rumbo de Guatemala para nuestro bien o si seguimos embarcándonos en una situación aún más delicada que la que hemos vivido hasta ahora. Depende de nosotros a quién le demos nuestro voto, y en dicho caso el poder; un poder que puede sacarnos a flote o hundirnos hasta lo más profundo del fango. Lo importante es que si vamos a las urnas, lo hagamos de forma pacífica, jamás irrumpiendo la paz, ni el Estado de Derecho, pues “en río revuelto ganancia de pescadores”.

Como sabemos, el tema del abstencionismo, el voto nulo o en blanco está en boca de muchos guatemaltecos que piensan que puede que sea la mejor salida para manifestar su repudio a los candidatos que no parecen reunir las cualidades necesarias para gobernar. No obstante, aunque quizás pareciera ser importante el mensaje público con dicho rechazo, no lo es, porque en forma indirecta delega la elección en quienes sí llegan a las urnas a votar y así, damos beneficio hacia los candidatos con dudosos antecedentes.

Según Renzo Rosal, analista político, el voto nulo es representativo en muchos países cuando el número es significativo y se obliga a repetición de elecciones. En algunas legislaciones más avanzadas, es obligatorio cambiar de candidatos. Pero en Guatemala, el voto nulo no está establecido, así que si lo usamos, no tendría validez y le daríamos ventaja al menos indicado. Si debamos o no quedarnos en casa o votar nulo, es decisión de cada quien, pero debemos saber las consecuencias. No nos lamentemos un día más tarde diciendo que creímos hacer lo mejor. Estar en las urnas es lo mejor, solo cuidado por quién votemos.

Según Foro Guatemala, “el sentido profundo del sufragio no termina el día en que se emite, sino que conlleva una responsabilidad continuada de vigilar el desempeño debido de quienes resulten favorecidos…”. Con los nuevos casos de corrupción al descubierto, tenemos una nueva oportunidad. ¡Vayamos a las urnas, ejerzamos nuestro derecho y obligación de votar y hagámoslo inteligentemente.

vidamordepaz@yahoo.com