Diario de un quintal

Todo se maneja a través del comité del pueblo, que es la conexión con el alcalde de la cabecera municipal. Lo primero es llegar con el DPI y boleto de ornato a apuntarse en la lista con el comité del pueblo. “El DPI ya lo había sacado, así es que me fui a comprar mi boleto de ornato, pero por baboso, como siempre, compré el de a Q10. Cuando llegué a apuntarme, me dijeron que para el fertilizante, este año decía el alcalde que había que comprar boleto de Q30. Pregunté si podía comprar otros dos de Q10 pero me dijeron que no, solo el de Q30”.

Relata don Juan que tuvo que asistir a diez (10) reuniones convocadas por el comité y de no asistir a alguna, sería eliminado de la lista. Envió a su señora a una de estas reuniones, pero no le valió; tratándose de él, le permitieron reponerla. Me cuenta que en estas reuniones se dedicaban a informar sobre las obras y trabajos del alcalde y en general, a alabarlo y promover su imagen. “Uno tiene que estar con él”. Una semana se canceló la reunión porque el alcalde se llevó al comité al puerto a pescar. También tuvo que asistir a una fiesta que les mandó el alcalde, evento que fue anunciado como ocasión para colocar la primera piedra del pozo prometido hace más de dos años. Pero el alcalde dijo que él había llegado para ver bailar a la gente y no dijo nada del pozo.

Una vecina de don Juan está en el comité. Ella y sus familiares, padres, tíos, hermanos, primos, todos se apuntaron para su quintal de fertilizante, pero no todos llegaban a las reuniones convocadas por el comité, ni son agricultores. El comité y todo el séquito se bañan de fertilizante.

Finalmente, ya con la boleta para su quintal, el sábado a las cuatro de la mañana, don Juan tomó la camioneta hacia la cabecera municipal y a las seis ya estaba en la cola. Le entregaron su quintal a las cuatro de la tarde; perdió un día de trabajo y se lo descontaron. En teoría le podría haber dado la boleta a uno de sus hijos para que le recibiera su quintal, pero en la práctica el comité exigió que fuera un trámite personal. Él sabe de muchas personas que no fueron personalmente.

Como predice el razonamiento económico, una consecuencia “no intencionada” de este programa es que en este pueblo —y en muchos más— primero hay mercado de boletas y luego hay mercado para el fertilizante. Actualmente, en el pueblo está a Q110.

“El ministro de Agricultura negó que el programa de fertilizantes esté siendo utilizado de forma clientelar y política”. (PL, 23/05/2013).

¿Qué? La entrega de fertilizantes no nació para ayudar a los campesinos pobres. Nació como un proyecto de clientelismo político químicamente puro. Estos programas clientelares son dados a la histéresis —lo que haremos está condicionado por lo que acabamos de hacer—.

¿Qué se va a hacer este año? Lo mismo que se hizo el año pasado, pero un poco más, y más amañado; son más los alertados y han tenido más tiempo para prepararlo todo. El costo se diluye entre todos los contribuyentes, que “ni lo sienten”, y los beneficios se concentran. La cadena de decisiones es larga, los primeros eslabones son los más gordos, pero hasta el último y más chiquito con el poder del sí o no, captura beneficios.

ESCRITO POR:

Fritz Thomas

Doctor en Economía y profesor universitario. Fue gerente de la Bolsa de Valores Nacional, de Maya Holdings, Ltd., y cofundador del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN).