FAMILIAS EN PAZ
Efecto boomerang
Salí del aeropuerto y tomé un taxi hacia el hotel. El conductor, hombre de la tercera edad, rompió el hielo preguntándome si tenía hijos; mi respuesta dio lugar a conocer parte de su vida, dejándome una gran enseñanza.
En su juventud soportó los horrores de la guerra civil y su oficio de constructor le permitió trabajar en distintas regiones. La inexperiencia y falta de guía le hizo tomar malas decisiones. Con 17 años tuvo una relación marital del cual nació su primer hijo, luego el segundo, tercero y cuarto, hasta que migró hacia la capital en busca de un mejor trabajo, iniciando un nuevo hogar y del cual nacen otros cuatro hijos.
La relación con su hijo mayor, ahora ya casado y con un hijo, siempre había sido tensa. Cierto día intervino al ver que su hijo era excesivamente severo al corregir a su nieto, pero fue la gota que derramó el vaso. Su hijo cuestionó la autoridad moral para corregirlo y aconsejarlo, porque no había sido capaz de estar con él durante su infancia y ser el padre que necesitaba. Fue un momento doloroso.
Tiempo después le visitó y de todo corazón le dijo: “Hijo, en mi vida cometí errores de los cuales hoy me arrepiento y me avergüenzo. Desperdicié mi vida entre vicios e infidelidades, los abandoné y no fui el padre merecían, pero algo te quiero evitar y es que tu cometas los mismos errores que yo.
No me juzgues por los errores que cometí, sino aprende de ellos. Si te aconsejo es porque quiero evitar que también los cometas. Quisiera que cuando llegues a mi edad, tengas la paz y tranquilidad de haber hecho las cosas bien. Aun cuando no te haya dado lo material o no estuve presente cuando más me necesitabas, permite que en mi vejez te pueda ayudar con un consejo”.
Los errores de este padre no se justifican de ninguna manera, pero nos deja importantes lecciones: no juzgues a tus padres por sus errores, sino procura construir tu historia aprendiendo de ellos. Cuando fueron jóvenes no eran tan distintos a nosotros, tenían sueños y anhelos, pero no sabes los motivos o las circunstancias que los llevaron a tomar decisiones, aun cuando desde tu perspectiva no hayan sido las correctas.
Como padres, muchas veces hacemos lo que consideramos correcto, pero podemos equivocarnos y debemos asumir las consecuencias. Toda nuestra vida es un proceso de aprendizaje, pues nadie nace sabiendo cómo ser un buen padre.
Como hijos llevamos su ADN y aprendemos a actuar con base a su ejemplo, de manera que no somos tan diferentes a ellos. Nuestro papel es aprender a tomar decisiones sabias y cumplir correctamente con las responsabilidades que conlleva la paternidad, buscando fortalecer a las nuevas generaciones.
Solo un corazón egoísta juzga de manera implacable; antes elijamos perdonarlos y honrarlos, aun cuando creamos que no lo merecen, entonces comprenderemos la razón por la cual el quinto mandamiento es el único que tiene una promesa de bendición.
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