PLUMA INVITADA

El adviento es sinónimo de conversión

César Augusto Sagastume

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El mes de diciembre, por sus características climáticas, último eslabón del equinoccio que marca el final de otro periodo de vida y otras características especiales, hace que vivamos un ambiente de comprensión y sentimentalismos, nos hace disfrutar la hermandad entre los seres humanos, que se diluye rápido, sin permanecer en nuestro yo, para quedarse en lo interno del ser humano que permita cumplir los principios que el mismo Dios creó con perfección divina.

Es tiempo de reflexión sobre la conversión, en donde se nos pide que demos testimonios de vivir a plenitud los mandatos divinos, que a pesar de esas vivencias seguimos siendo testarudos, porque cada período decrece la fe y se continúa cometiendo los mismos errores.

Un período que es tan corto y efímero y que, pasado el mismo, seguimos viviendo con los mismos males diabólicos de violencia, corrupción, irrespeto, envidia y odio. Entonces cabe la pregunta: ¿Por qué en la época de adviento no anidamos la esperanza de que nazca Dios en nuestros corazones, en lugar de darle cabida al consumismo, materialismo, en el marco de un sistema economicista, alienante y mediático, en contraposición de nuestra cultura y de nuestras creencias espirituales?

En este impase social que vivimos, tenemos la obligación de hacer funcional la vida democrática de respeto y libertad, practicando acciones del bien. Ya no se vale vivir en una sociedad colapsada, ya es hora de que los humanos reinventemos el entorno de convivencia, de amor, paz, y no permitir una sociedad de divisiones, de corrupción, en donde se abusa sin piedad de la ignominia y la ignorancia del pueblo, sinónimo de cáncer invasivo que nos encamina a aniquilar el desarrollo y el bienestar de todos.

Dios nos ilumine para mejorar el comportamiento que nos hace desafiar a jugar a no ser obedientes con las doctrinas cristianas, donde están bien claros los lineamientos en los salmos, en los evangelios y en los proverbios de las sabias escrituras, que nos enseñan el comportamiento que debemos tener para estar en congruencia con el razonamiento lógico y el sentido común que nos demanda la naturaleza de la creación del hombre por el mismo Dios.

Este es el momento de sustraernos de nuestro entorno y nos invistamos de sabiduría para poner un alto al comportamiento malévolo que irradia como fuego, que el mismo Satanás prende en las almas de los que nos gobiernan, haciendo sufrir a los grupos más vulnerables, y que este sea el momento de convertirse en verdaderos servidores del pueblo y olvidar el engaño y la mentira.

¡Por Dios! No nos destruyamos, seamos obedientes. Si ya está escrito cómo debemos vivir y lo sabemos, y nos lo han repetido hasta la saciedad, ¿por qué no entendemos?

checharin.sagas@yahoo.com

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