A CONTRALUZ

El año que salimos a la calle

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EL 2015 ES UN AÑO PARA NO OLVIDAR porque hemos vivido una jornada histórica sin precedentes, pese a quienes intentaron frenarla. Aún recuerdo cuando las voces más conspicuas del establishment llamaban a evitar que Pérez Molina dejara la presidencia porque había un terrible temor al vacío, a que las fuerzas más violentas y salvajes se apoderaran del país si nos quedábamos sin el jefe del Ejecutivo. Por ejemplo, mientras miles exigían en las calles la dimisión del gobernante, el 13 de agosto los directivos de Anacafé le daban su apoyo a Pérez Molina y a la “institucionalidad del país”. Sin embargo, veinte días después el mandatario dimitía luego de ser desaforado por el Congreso y tener una orden de captura en su contra por ser el supuesto jefe de la mafia de La Línea. La Cicig, el Ministerio Público (MP) y las masas ciudadanas que se volcaron en las calles le dieron vuelta a la historia sin que se derramara una sola gota de sangre.

CON EL DERRUMBE DEL GOBIERNO del Partido Patriota también se fue a pique el proyecto corrupto de Líder. A mediados de año, Manuel Baldizón no solo aparecía como el virtual ganador de las elecciones, sino que se erigía como el político más poderoso del país, capaz de imponer su voluntad en el Congreso y el Organismo Judicial, amenazar con sacar del país a Iván Velásquez y a Thelma Aldana del MP, intimidar a la prensa y tratar de salvar a Pérez Molina de la cárcel. El propietario de Líder se creía un dios todopoderoso. Pero el 6 de septiembre el pueblo le dijo “no” a la campaña proselitista más cara de la historia y Baldizón cayó estrepitosamente.

EN EL ESCENARIO POLÍTICO emergió un movimiento ciudadano de amplio espectro ideológico, aupado por las redes sociales, que dio el apoyo cívico a las investigaciones de la Cicig y el MP y que jugó un papel fundamental en los resultados electorales. Algunos critican que ese descontento no se canalice a través de una expresión política, como ocurrió en España con los Indignados, cuyas jornadas de protesta dieron origen al partido Podemos. Pienso que si aquí hubiera ocurrido lo mismo ahora estaríamos en medio de una pugna desgastante y el movimiento unificador ya se habría desprestigiado. La falta de una identificación ideológica es en realidad la riqueza del movimiento ciudadano guatemalteco porque aglutina a gente de diferentes tendencias, cuyo fin fundamental es combatir la corrupción y el abuso del poder.

PERO ESTAMOS LEJOS DE haber derrotado a las estructuras de corrupción que saquean al Estado. Si bien hemos vivido una jornada cívica impecable, no podemos dormirnos en los laureles. Las fuerzas corruptas están a la espera de rearticularse. En el Congreso, las huestes de Baldizón se están recomponiendo a través del Movimiento Progresista, así como los restos que quedaron del Partido Patriota, y no sería lejano que traten de convertirse en el soporte legislativo del nuevo gobierno. El presidente electo Jimmy Morales merece el beneficio de la duda, pero él mismo sabe que será el gobierno más vigilado por la sociedad. Los diferentes sectores ciudadanos están conscientes de que no pueden bajar la guardia porque la clase política corrupta no ha sido vencida y espera la oportunidad para volver con más fuerza. Nos espera un año en el cual el movimiento ciudadano debe jugar un papel fundamental para ampliar las conquistas cívicas.

ESCRITO POR:

Haroldo Shetemul

Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca, España. Profesor universitario. Escritor. Periodista desde hace más de cuatro décadas.