IMAGEN ES PERCEPCIÓN
El beneficio de la duda
Guatemala está lastimada por haber sido engañada por políticos sucios, que durante décadas saquearon el dinero de las arcas nacionales. Sin detenerse este sistemático proceso cada cuatro años, el país se ha ido deteriorando cada día más. Después de la revolución pacífica del 2015, la ciudadanía puso un alto a este círculo vicioso; es claro que jamás se volverá a permitir que personas inescrupulosas se comporten como aves de rapiña dentro el gobierno. Por estas razones, es lógico que el pueblo se muestre escéptico ante cualquier persona que pretenda ocupar un puesto público, incluyendo al presidente electo. Porque ahora que la gente ya probó el rico sabor de la justicia y se enteró de que tiene un poder ciudadano, que va más allá de ir a votar cada cuatro años, por ello está muy por encima de la voluntad unilateral de un funcionario de turno.
Que no se olvide Jimmy Morales que lo eligieron por ser todo lo opuesto al político tradicional sin credibilidad y ha sido mala táctica que a partir de su victoria, su actitud no revela nada diferente a la de sus antecesores, por lo que ha sido altamente criticado y muchos asumen que su administración será un fracaso.
La desventaja que tiene el presidente electo es que llegó en un momento de hastío máximo de la población guatemalteca. Primero, porque no se le otorgará un compás de espera prudencial, ni siquiera de cien días, para mostrar que es capaz de hacer una buena gestión; y segundo, porque todo el mundo lo estará evaluando: lo que hace, con quién se relaciona, su lenguaje verbal y no verbal, etcétera. En estos tiempos nadie se escapa de la guillotina de las redes sociales.
Pero lo más delicado es que Morales no está entendiendo bien cómo debe manejar la situación. Ya ha cometido algunos errores, sobre todo en la elección de las personas que supuestamente conformarán su gabinete y además los personajes con los que se ha reunido. Debe ser muy cuidadoso, porque aquí literalmente se le está aplicando: “Dime con quién andas y te diré quién eres”.
Una de dos, o no tiene la capacidad y la actitud necesaria para razonar su posición actual y entender la imagen que el pueblo necesita percibir en este momento, y con ello ganarse la simpatía de las masas; o simplemente será otro personaje “X” más, que se unirá a la larga lista de presidentes sin pena ni gloria que nos han gobernado hasta hoy.
Desde ambas perspectivas Guatemala será la gran perdedora si el presidente electo no recapacita y elige un buen equipo trabajo, “100% limpio”, que no esté vinculado con ningún exfuncionario salpicado por la corrupción o personas de dudosa reputación. Por otra parte, no solo debe hacer cosas buenas, sino que también lo parezcan y obviamente saber cómo comunicarlas. Para esto se requiere tener aplomo para hablar con la prensa sin perder los estribos, tampoco deberá ser irónico, ni mucho menos arrogante. Para muestra, hace unos días el presidente Maldonado fue la comidilla mediática cuando se transformó al mejor estilo Hulk, de un hombre bonachón, a un Hitler total. Lo nulo de su corto período quedó enterrado y bajo cero.
Quien desee incursionar en la política, debe comprender que nunca se debe perder la compostura ante la prensa, porque un resbalón de este tipo puede ser debut y despedida. Y es cuestión de sentido común y olfato político manejar una buena imagen pública ante la prensa y, por ende, la población. Aun con todos los factores en contra de Morales, confiemos en que fue la mejor opción y merece el beneficio de la duda, y esperar verlo en acción antes de descalificarlo porque Guatemala merece un presidente honesto.