DE MIS NOTAS
El manifiesto del juego
¿Por qué los mejores y más brillantes de nuestros estudiantes, al ingresar a la universidad se sienten quemados y exhaustos? ¿Por qué algunos prekinder y kindergarten se han convertido en casas de intelectuales con niños luchando por aprender tareas que no son apropiadas para sus edades? ¿Por qué el juego a menudo es considerado un tiempo perdido e improductivo? La respuesta es que la cultura ha dado un giro equivocado. En su urgencia de crear una generación de Einsteins, se ha olvidado de la importancia que el juego tiene en el desarrollo del niño.
La Asociación Internacional para el Juego dice:
1. Jugar es crucialmente importante para el desarrollo intelectual, emocional y social del niño. Además, la salud del niño esta físicamente relacionada con el tener oportunidades de jugar.
2. Se ha tratado de remover los recreos y menospreciar la importancia del juego para los niños, estas acciones son de corta visión, discourage el aprendizaje y no promueven el desarrollo de los niños.
3. Las definiciones de aprendizaje de visión estrecha no resultan en el desarrollo de estudiantes para toda la vida.
4. La inteligencia emocional —CE/EQ— es tan importante como el CI/IQ para alcanzar el éxito en el mundo plano de hoy. El Coeficiente Emocional, o inteligencia emocional, se desarrolla a través de socializar el juego con compañeros y padres.
5. Las oportunidades de aprendizaje a través del juego son amplias y accesibles y no requieren grandes recursos. Desde juegos de supermercado, al patio de la casa, a la clínica del doctor, son experiencias relevantes para el aprendizaje de matemáticas, alfabetismo y los conceptos científicos abundan. /Universidad de Yale/Conferencia: Jugar Igual Aprender.
Con creciente preocupación los padres ven a los hijos dedicarse por completo a los estudios, teniendo pocas oportunidades de jugar como niños. Se van al colegio por la mañana, regresan por la tarde cargados de deberes. Mismos que se extienden también para el fin de semana.
Los deberes no son pocos. Exigen concentración y enfoque. Cosas ambas que no son propias de los niños sino por momentos del día. ¿A qué hora juegan, saltan, ríen? ¿A qué hora desarrollan sus capacidades de interactuar con otros niños? Se la pasan haciendo deberes con sus madres, quienes se ven también afectadas. Y cuando terminan al final del día, extenuados y aburridos, les llama más la atención involucrarse en juegos electrónicos o en programas de televisión. Viven en una permanente angustia y tensión por “tener que entregar” deberes.
Un estudio demostró que los osos que juegan más cuando son cachorros son mejores cazadores y más inteligentes. A los niños los juegos les desarrollan las competencias y las habilidades, y con ello aprender a desarrollar su inteligencia emocional dentro de un ámbito más liberado y de menos control, lo cual mejora su nivel de sobrevivencia y cuido personal.
Estamos creando niños sin un sentido de la libertad y espontaneidad. Nosotros los viejos de la tercera edad nos criamos en la calle, en los jardines, en el monte. Como explicaban en una presentación llena de fotografías de los viejos tiempos, nosotros no hablamos por teléfono, les hablamos a los amigos. Teníamos amigos de carne y hueso, no virtuales, o de Facetime, Skype o Viber. Tocábamos la puerta de su casa y salían, los veíamos. El punto es que la vida era más simple y espontánea y la escuela jugaba un papel, pero la calle, el barrio, la comunidad aledaña y la relación de juego con los compañeros era mucho más real, intensa y capacitadora que ahora. Jugar o no jugar, he ahí el dilema.
alfredkalt@gmail. com