SI ME PERMITE

El perfil de un voluntario debe ser cultivado

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“Si ayudo a una sola persona a tener esperanza entonces no habré vivido en vano”. Martin Luther King

Cuando entendemos que la actitud de extenderse en un modo de voluntariado nace en uno y no simplemente por agentes externos, es evidente que la persona ha tenido cierta formación que puede reaccionar y actuar del modo que lo hace. Esta verdad nos obliga a entender que la persona lo ha cultivado y es parte integral de su personalidad.

Por otra parte, también estamos rodeados por muchos que lo único que piensan es en su bienestar y si lo logran poco les interesa la realidad de los que los rodean, esto no implica que debemos vivir buscando a quién asistir, pero sin lugar a duda debemos ser sensibles y muy perceptibles de lo que hay y de las personas que nos rodean, para entender si hay algo de lo nuestro que puede ser útil para el prójimo para asistirlo, ayudarlo o simplemente acompañarlo .

Es imposible quitar de nuestra mente a aquellas personas que en nuestra vida tomaron la iniciativa de interrumpir lo que estaban haciendo para tomar el tiempo e involucrase en lo que estábamos pasando y con la asistencia de ellos pudimos retomar el camino de la vida y avanzar.

No podemos ignorar que muchas veces el involucrarse en un asunto de voluntariado ha desarrollado una preceptiva y capacidad en nuestras vidas que antes de esa vivencia no se tenía. Ese involucramiento no se limita simplemente en una actividad o una ocupación, sino que mucho más que eso, esto ha desarrollado relaciones con personas que se han conservado por mucho tiempo.

Si en algún momento de la vida no nos quedara una relación, tenemos imágenes fijadas en nuestra memoria las cuales hacen una diferencia que determina los perfiles de nuestra personalidad.

Cuando llegamos a entender lo trascendente que puede ser el voluntariado en nuestras relaciones interpersonales, es cuando deberíamos integrarlo al programa educativo y formativo de nuestros niños para que ellos, en la medida que van creciendo, puedan dar el espacio que le corresponde a las acciones del voluntariado.

Si bien hay instituciones que toda su estructura es de voluntariado, debemos iniciar de lo que es un comportamiento de los individuos sin tener que referir a los necesitados a las estructuras de voluntarios, porque lo uno y lo otro tiene su lugar y su valor y ambas deben ir de la mano para poder alcanzar a las necesidades de los que nos rodean.

Seguramente muchos mortales que en su generosidad y sensibilidad humana dieron un paso en una acción voluntaria pasaron a la historia, aunque es posible que ellos nunca se hayan enterado, pero no por ello su acción no inspiró a muchos, al extremo que se llegó a levantar una institución o estructura siguiendo el modelo de lo que esa persona había hecho y en muchas ocasiones bautizadas con el nombre de la persona.

Nuestro derredor está necesitado de muchos esfuerzos de voluntarios y esto solo se podrá alcanzar con aquellos que tienen la sensibilidad necesaria para observar lo que les rodea y las necesidades que se perciben. Lo que hace falta es una primera acción, ésta será seguida por muchas más, hasta que se puedan sanar muchos de los dolores en el prójimo que son producidos por simples pero importantes necesidades no cubiertas.

Esta realidad deberá comenzar en el terreno de lo individual sin esperar reconocimiento o gratificación, sino el simple sentido y satisfacción del deber cumplido.

Claro que podemos iniciarlo nosotros hoy día, para que ese comportamiento sea copiado por quienes nos rodean y así se multiplique por todo el país para bien de los más necesitdos.

samuel.berberian@gmail.com

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.