SI ME PERMITE

El respeto se debe cultivar

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“Es más deseable cultivar el respeto al bien que el respeto a la ley”. Henry David Thoreau

Lo común en nuestros días es el dedo acusador de los que tienen autoridad y la orden “usted me debe respetar y hacer caso”, pero esta frase amenazadora hace poco efecto a los que la oyen, porque tienen presente quiénes somos y cómo hacemos las cosas. Es mucho más gratificante cuando las relaciones han sido cultivadas con el ejemplo y la instrucción. Cuando uno lo recuerda, no solo proyecta respeto, sino también admiración.

Muy común entre mayores cuando recuerdan a sus superiores, sean estos los padres o los jefes que tuvieron, el modo como ellos comunicaron la instrucción o corrección en el trato de una interrelación que no simplemente es una información, sino parte formativa en ellos. En cada generación se repite este proceso y se debe estar consiente el cómo lo hacemos y qué perfil estamos dejando en los que tenemos bajo nuestra tutela o formación.

Es más que evidente que cada generación que surge de alguna manera tiene normas más tolerantes y menos exigentes que la anterior. Esto es porque los cambios no se dan en forma brusca y abrupta como si fuera una revolución, sino en una forma que pareciera casi sin poderla percibir por los que lo rodean, pero con el transcurrir del tiempo la diferencia es más que evidente, y si hay beneficio o daño también se puede percibir.

La realidad descrita nos tiene que llevar a entender que lo que hoy se hace con los que nos relacionamos naturalmente o bien deliberadamente es un capital que en la próxima generación será un marco de referencia que otros lo tienen presente, y eso puede afectar no solamente a los individuos sino a toda la sociedad también.

Cuando observamos en forma global, los Estados del mundo y los marcos culturales que ellos tienen, muy fácilmente podemos etiquetar por la cultura a la que uno pertenece el tipo de comportamiento que habrá de proyectar. Esto se nota cuando alguien habrá de emparentarse con otra cultura como toma en consideración sus prácticas y el modo que conviven. Mucho más evidente está en la contratación de personal para un trabajo o bien para establecer una sociedad para un negocio.

Por difícil y costoso que sea, debemos cultivar en los nuestros la realidad del respeto para que lo puedan capitalizar y poder beneficiarse de ello toda la vida. Muchas veces cuando criamos a nuestros hijos, para no disgustarlos o hacerles pasar un mal momento, toleramos cosas que les harán daño el resto de la vida. Cuando observamos ciertas conductas y comportamientos en algunos, lo primero que nos preguntamos es quiénes fueron los que criaron a este individuo para ser como es. Esto es tan cierto en las cosas positivas como lo es para las negativas.

Cuando vemos a conciencia la historia humana, la vida de un individuo es extremadamente breve, pero el perfil que deja en la historia puede llegar a ser recordado por siglos. Por ejemplo, nuestros próceres, quienes vivieron una extensión similar a la nuestra, pero por lo que hicieron y el modo en que lo hicieron se les rinde tributo hasta hoy.

Recuerdo una conversación con unos señores que comentaban cómo el sol era culpable de la sombra que ellos mismos dejaban, pero el sol simplemente ilumina y es el cuerpo el que al interponerse genera la sombra: la sombra proyectada es la de uno y no la del sol. Antes de culpar a terceros deberíamos ver los frutos de nuestra actividad. Sería bueno primeramente preguntarnos de lo que somos y hacemos nosotros para tener conclusiones certeras y no simples prejuicios.

samuel.berberian@gmail.com

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.

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