Élites económicas y emigración
Todo esto, claro, de la mano de las empresas transnacionales que comenzaron a incursionar en la región también durante ese período.
Dependiendo de quién lo vea, así el balance del período: tal como lo señalan varios informes dedicados a monitorear la riqueza en el mundo, a pesar del mediocre crecimiento de algunas de estas economías, y de la crisis global del 2009, los grupos económicos centroamericanos han conseguido una parte nada despreciable de ventajas en este intercambio. Según recuentos recientes, hay al menos 965 ultrarricos centroamericanos que, en conjunto, acumulan un patrimonio de US$102 millardos, casi equivalente al PIB que generó la región en el 2012.
En contraste, según cifras del 2009, hay cuando menos cuatro millones de centroamericanos actualmente en Estados Unidos, haciéndose la vida con mucho esfuerzo y sosteniendo, en buena parte, con sus remesas, la gobernabilidad, la estabilidad financiera y macroeconómica necesaria para que por estos lares se pueda acumular semejante capital.
Ciertamente, los conglomerados empresariales detrás de estas cifras han generado empleo y oportunidades para parte de la población. También se abrieron durante el período nuevos nichos económicos para otros, tales como la horticultura y otras exportaciones agrícolas y no agrícolas no tradicionales, así como en la maquila. Pero el hecho es que ello no ha alcanzado para contrarrestar ni los rezagos estructurales, ni tampoco para hacer frente a la constante y nueva demanda de empleo empujada por una masa poblacional joven. De ahí que la solución principal siga siendo la emigración o la incursión en el submundo de las economías ilícitas.
Las élites económicas de la región tienen un enorme papel que jugar en romper con este patrón expulsor de gente. Es, sin duda, un acto de responsabilidad social empresarial del más alto nivel; decisiones de visionarios orientadas a reinvertir una proporción mayor de la ganancia neta en la economía real, orientadas a crear empleo, a bajar el costo del dinero para que otros más puedan producir. ¿A cuánto asciende esa reinversión de la ganancia neta actualmente? No encontré estadísticas al respecto.
¿Qué pasaría, por ejemplo, si un 10 por ciento de esos US$102 millardos que acumulan anualmente los ultrarricos de la región se reinvirtiera y se aplicara a dinamizar la economía real durante una década, en sectores generadores de empleo digno? Seguramente otro gallo cantaría en la región y se pararían los flujos de emigrantes hacia el Norte. ¿Descabellado? A la mejor, siendo que en lo personal no le encuentro sentido a tener tanto dinero, cuando a la par hay tanto dolor humano, tanta niñez sin esperanza.