LA ERA DEL FAUNO
En la gasolinera, en el país: “En cero la bomba”
Las aves que cruzan el firmamento, dejan señales. La basura en las calles arroja indicios. Todo granizo, algo dice. Si el despachador de gasolina nos advierte que la bomba está en cero, es porque en otras gasolineras se la han robado. Cuando en un país hay rótulos que advierten: “Revise su producto antes de retirarse”, es porque algo anda mal.
El timo es constante, en lo particular y en lo general. Este es un país en el que se duda si los cilindros de gas tienen un peso inferior al indicado. Es normal pagar el doble por andar en bus o subidos en las parrillas —destinadas para llevar los tanates—. Hoteles hay con deficiencias en la regadera. El bufé pagado no es bueno; la carne es de mala calidad o el todo incluido no incluye lo mejor. Es costumbre que las leyes no se cumplan y que las prácticas mercantiles sean deshonestas. Es “normal”.
Cuando alguien logra comprar casa en un condominio de los muchos que hay en la ciudad, puede que ponga en duda si funcionan adecuadamente los grifos y los herrajes. Quizá, lo recibirá todo reluciente, pero a los meses hay cosas inservibles. Lavamanos, los más baratos. Los jaladores, oxidados. Las áreas verdes, desaparecen. En este país del timo, se duda si algún muro tiene grietas; si el piso fue colocado con pegamento especial o con simple mortero; o si los accesorios exteriores se aflojarán. Lo peor no es acostumbrarse a vivir en una cultura de sospecha, sino que las dudas resultan razonables.
Algo de turbio hay en que nos tengan que indicar que la bomba está en cero cuando pasamos a echar gasolina. Es el estilo de vida chapina que se asume como normal. Si el descarado Jimmy Morales dijo que robar es normal, y el vicepresidente dijo que todos los guatemaltecos somos corruptos —como él, debió decir— es porque estamos en el sótano siete, de siete que tiene el submundo.
Es la Guatemala sin combustible, varada a media carretera con el tanque vacío. A merced de nadie, a la espera de que pase una grúa donada por Japón. El presidente es bueno para tender la mano, para inaugurar puentes provisionales y obstaculizar la lucha en contra de la corrupción, no para mantener el país en marcha.
Los tanques vacíos de los autos son como los tanques vacíos de pensamiento de esta ciudad: muchos mecánicos alrededor del auto. Dan vueltas señalando los cables y piezas del motor, como si con el análisis fuese a arrancar. Décadas dándole vueltas al asunto. Décadas tiradas a media calle. Desde 1954. Por eso, celebro las manifestaciones en las calles. Es el canto de la rebeldía. El jueves pasado, la Asamblea Ciudadana contra la Corrupción e Impunidad tomó los parques en los departamentos y protestó frente al Congreso y las cortes. Se entiende que no por una frivolidad de hotel con duchas frías, sino por la raíz de los males: esa la debacle social en la que nos tienen hundidos. No queda otra que salir a denunciar el pacto de corruptos.
Esa asamblea, integrada por la AEU, sectores sociales y sociedad civil organizada nos recordaron gritando por las calles que no tenemos presidente. Es la verdad, no lo tenemos. No es una metáfora de vacío de poder, es un problema auténtico. Pero el gobierno y sus secuaces prefieren gente bien portada, no alborotadores que reclamen sus derechos. Quienes odian las manifestaciones, recuerden los bloqueos mentales del gobernante.
Se suele acarrear el bulto de la corrupción como si fuese una extremidad social natural. “En cero la bomba” es la metáfora de nación. En tanto no haya suministro de combustible solar, hay que dinamizar las calles en contra del pacto de corruptos.
@juanlemus9