CABLE A TIERRA
ENSMI
El viernes 24 de febrero fue finalmente hecha pública la versión completa de la Encuesta de Salud Materno-Infantil (ENSMI) 2014-2015. Esta encuesta, cuya realización en el país data desde 1987, es uno de los instrumentos de información más importante con que se cuenta en el país para enterarnos sobre la situación y condiciones de vida y de salud de una considerable proporción de la población guatemalteca: las mujeres y la niñez. Ante todo, debería ser el instrumento que orientara la toma de decisiones en materia de política de salud, política social y, en general, la política de desarrollo nacional, especialmente ante los profundos déficits que tiene el sistema de información regular del MSPAS y, en general, las entidades vinculadas con la política social, y que solo se han agravado en los últimos años. No digamos, la ausencia de un censo actualizado de población.
El equipo que realiza las ENSMI tiene siempre enormes dificultades para sacar adelante su tarea. Valga decir que, si bien el trabajo de campo de la última ENSMI finalizó en julio del 2015, y el equipo entregó una versión resumida en diciembre de ese mismo año, no fue sino hasta más de un año después que se dio la presentación pública de su versión completa. Muchos obstáculos provienen de dentro del propio Ministerio de Salud o del INE: falta de apoyo financiero, celos institucionales, temor a la disparidad que pueda haber entre los “datos oficiales” y los de la ENSMI han hecho difícil siempre que este valioso instrumento para la gestión pública se publique y difunda ágilmente.
Una de las enormes ventajas de la ENSMI es la posibilidad de ver la evolución del comportamiento de las variables de la salud materno-infantil a lo largo del tiempo. Se cuenta a la fecha con una serie de encuestas que cubren un período de 30 años, metodológicamente son comparables los datos entre una y otra ENSMI, y su realización, procesamiento y análisis cuentan con un sólido respaldo técnico, donde se aplican estándares internacionales para asegurar la calidad y confiabilidad de la información que se genera. Esto permite observar las tendencias —y los cambios en la misma— a lo largo de este período.
Es imposible aquí dar cuenta de la variedad de riqueza de información que tiene la ENSMI. Se les invita a explorarla. Resalto, no obstante, que por contar en esta edición (2014/2015) con los datos de la serie histórica completa (1987-2015) permite constatar cuáles de estas variables se mantienen estáticas en el tiempo y su resolución exige más atención e intervenciones sobre el contexto social y económico de los hogares, las comunidades y territorios; y cómo otras son resultados concretos de la debilidad institucional del MSPAS, y sobre todo, del deterioro acelerado que vivió la institución durante estos últimos años. De hecho, muchas se pueden relacionar: la reducción marcada en las tasas de vacunación infantil, que se asocian al desabastecimiento, particularmente a haber dejado de comprar vacunas durante dos años; el haber usado recursos de los rubros de la compra de medicamentos y suministros médicos para ampliar la contratación de simpatizantes; o el cierre abrupto en el 2013 del Programa de Extensión de Cobertura (PEC) que funcionó durante 15 años, y que luego no se sustituyó con nada.
¿En qué medida se han superado las condiciones que llevaron a la crisis del MSPAS? Difícil establecerlo en este momento. Las estructurales siguen definitivamente en pie. La ENSMI nos permite al menos ponerle un toque realista a la actual pompita de jabón. Felicitaciones al equipo ENSMI, porque finalmente logró llegar a la meta.
karin.slowing@gmail.com