Entre doctos a ineptos

JOSÉ MARÍA MAGAÑA JUÁREZ

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En todas las actividades contamos con ejemplos claros de excelencia y buen desempeño, desde el trabajador más humilde que ejecuta su labor a conciencia y honestidad, hasta el productor, exportador, científico y creador reconocido por su gremio, como por quienes le rodean, que llega a ser ejemplo digno de emular. Ellos constituyen un alto porcentaje de la población.

Están quienes hacen lo opuesto y en su afán por alcanzar el éxito no les importa pisotear al que tiene enfrente. Esos también existen, son la minoría, pero a veces ocupan posiciones privilegiadas; lo que los hace peligrosos.

Los ejemplos abundan. El científico Ricardo Bressani Castignoli, fallecido la semana pasada, junto a otros profesionales en la década de 1960,  condujo investigaciones para aplacar el hambre y combatir la desnutrición, en el Instituto de Nutrición de Centro América y Panamá (Incap). Dejó más de 30 fórmulas de alto nivel nutritivo a través de micronutrientes, extrayendo proteínas del maíz y del frijol. De estas existen productos industriales como galletas y harinas con altos contenidos nutritivos; la Incaparina y el Vitacereal siguen sin aplacar la crisis alimentaria de Guatemala, pese a los programas que se impulsan gobierno tras gobierno, pero que no llegan a resolver.

También está el joven matemático Luis von Ahn, dedicado a la informática. Es el creador de los programas Captcha (2000), Recaptcha (2007)  y la aplicación Duolingo (2011)  para aprender idiomas. Sus méritos reconocidos internacionalmente permitieron a  su Alma Máter, la Universidad del Valle, otorgarle un Doctorado Honoris Causa la semana pasada. Ambos casos, Bressani y von Ahn,   no dejan duda del alto nivel educativo que Guatemala ofrece.

En contraposición, el año escolar del sector público empezó dando traspiés con la simbólica entrega de implementos escolares, así como una multitudinaria manifestación de maestros en apoyo a los impuestos que financiarán el Presupuesto de la Nación. El Ministerio de Educación, en claro apoyo al movimiento, informó que la ausencia de los maestros en las aulas no implicó pérdida de clases, pues estas fueron cubiertas por otros maestros, así como que se cumplirá con los 180 días de clases establecidos. Ante tal paradoja, si esos maestros no hacen falta, ¿para qué están?

Habiendo en Guatemala tantos doctos, ¿por qué escogemos entre los ineptos a quienes nos han de gobernar?

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