LA ERA DEL FAUNO
Espías
Cuando Snowden dio a conocer que Estados Unidos espiaba gobiernos y personas de todo el mundo, se exigieron explicaciones a Obama. El Ministerio de Exteriores alemán citó al embajador de EE. UU. en Berlín; por su parte, Dilma Rousseff, presidenta de Brasil, interpeló duramente al Gobierno de Estados Unidos desde la tribuna de la ONU y acusó a al gobierno de Obama de violar los derechos humanos, la libertad civil y la soberanía de Brasil.
En nuestro caso, pudimos estar tranquilos porque el canciller de entonces, Fernando Carrera, dijo que basados en información de inteligencia, no había indicios “de que Guatemala haya sido víctima de espionaje por parte de Estados Unidos”. Qué alivio. Y Otto Pérez añadió que Estados Unidos es un país “amigo” y que la inteligencia guatemalteca “coordina con inteligencia estadounidense”. No sé si se refería también al sobrevuelo de helicópteros gringos sobre el país que vemos u oímos por estos días, un retroceso más a los años 80.
Gracias a Snowden confirmamos nuestra sospecha de que podemos ser espiados a toda hora y desde cualquier sitio. “Espionaje” es una manera cortés de nombrar una asquerosidad prendida al teléfono, el micrófono o la computadora. Los espías son responsables de meter a las sociedades en paranoia. Hace décadas era “normal” que en el país hubiera delatores, espías y orejas. Pero en plena época sin guerra fría ni muros geopolíticos (insertar aquí una carcajada) sale a flote el espionaje a nivel mundial y local. Los orejas de ayer, hoy interceptan líneas telefónicas, Facebook, Twitter, correos electrónicos y mensajes de texto.
Cuando nos enteramos de que el Gobierno de Guatemala tenía una “oficina de monitoreo” en el piso 13 del Instituto Guatemalteco de Turismo, parecía un chiste, pero quienes usamos redes sociales pudimos comprobarlo. A cada protesta o molestia manifestada en contra del gobierno, aparecían cuentas piratas defendiéndolo. Esa práctica de espionaje también buscó legalizarse cuando intentó su aprobación el hoy detenido por corrupción, expresidente del IGSS, militar Juan de Dios Rodríguez, “para conocer las opiniones sobre sus servicios”.
Es frecuente que por la radio, en los programas de opinión abierta al público, cuando hay mensajes en contra del gobierno siempre hay quienes salen a echarle flores. Ya es poca la gente que lo hace, acaso por vergüenza o porque ya no les han pagado. La estrategia es cambiar el tema, torcer las discusiones hacia la necesidad de que seamos optimistas y otras formas no menos absurdas.
La semana pasada, según documentos filtrados por Wikileaks, los servicios estadounidenses espiaron, entre 2006 y 2012, a los tres últimos jefes de Estado franceses. Una más que le deben a Edward Snowden y a Julian Assange, este último fundador de Wikileaks, protegido por la embajada de Ecuador en Londres desde 2012, cuyo reciente requerimiento de asilo planteado a Francia recibió un rechazo de quien hoy tanto le debe: François Hollande.
@juanlemus9