LA BUENA NOTICIA

¿Evangelio y corrupción?

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De modo sorprendente, la Buena Noticia de este domingo parece comprometer gravemente la imagen de Jesús y el espíritu cristiano: en el Evangelio Él alaba a un “administrador corrupto”, quien “cambiaba los recibos —haciéndolos parecer por menos— para ganarse amigos en el futuro”, pues iba a ser despedido por eso mismo… Pero ¿no es esa corrupción precisamente el “gran mal” que quiere extirpar hoy la sociedad y familia en Guatemala y el mundo”? ¿No constituye la gangrena de tantas sociedades, desarrolladas y en desarrollo en el siglo XXI, como proféticamente denuncia el Papa Francisco?.

La enseñanza de Cristo, Maestro de Vida eterna, va en otro sentido: estos domingos, subiendo a Jerusalén, él practica la misericordia “abriendo los ojos del ciego espiritual”: no quiere condenar ni suscitar odio, sino invitar a todos a “prever y valorar más el mundo futuro y su plenitud de vida” que las siempre escasas riquezas del momento actual, como reza el proverbio africano: “Todo el oro del mundo no satisface la avaricia de un solo hombre”. Tres aspectos destacan de la extraña parábola: 1) Es lamentable y muy frecuente, que a las riquezas del “hoy que pasa inexorablemente” se entreguen las fuerzas, el corazón y “se venda el alma al diablo” por ellas: ¿cómo negar el drama que mentes y corazones ofuscados por el afán de riquezas causan mediante la corrupción —no digamos el crimen organizado, la extorsión, el secuestro, Etc.— a la humanidad, especialmente a los más pobres? Olvidando a Dios se tiende a la “seguridad material” que hace del dinero un ídolo, al que Papa Francisco, siguiendo a San Agustín, define como “mammona” (palabra fenicia: “el dios que me asegura” como predican ciertas iglesias en su teología de la “prosperidad”).

Tal “servicio al dinero” ignora y desprecia la Fe y sus frutos de justicia, estabilidad fundada en la honestidad, etc. Así, la corrupción es un verdadero desquicio mental donde el sentido de la tarea social, empresarial, religiosa. “se deforma” y se pierde (Papa Francisco, 25 febrero 2016) olvidando que “somos nosotros hombres de la calle, cristianos corrientes, metidos en el torrente circulatorio de la sociedad. Y el Señor nos quiere santos en medio de nuestro trabajo profesional” (S. Josemaría Escrivá -1902 a 1975- en Amigos de Dios 120). 2) La corrupción “tiende a crecer” y arruinarlo todo: su significado (ya dicho alguna vez, del latín “co-rompere”: alterar, destruir, romper) va afectando los niveles de la conciencia personal, familiar, social al punto que: “Ella es irreversible cuando ha llegado a ser parte del alma de una nación” (J. T. Cadwell, 1900-1985). 3) Cada generación debe “estar atenta a no heredar la levadura corrupta” de la anterior, dado que “si no se lucha contra ella, se terminará siendo parte de ella” con nuevas formas y perfiles, quizás electrónicamente más sofisticados. “La corrupción viene del orgullo, de la soberbia pero el servicio te humilla: es la caridad humilde para ayudar a los demás” (Papa Francisco, 16 Junio 2014). El Señor conceda a la Guatemala independiente desde hace 195 años hombres y mujeres, jóvenes especialmente, capaces de rechazar toda corrupción, toda ceguera hacia los valores del futuro espiritual, todo vínculo entre Evangelio y corrupción.

ESCRITO POR:

Víctor Hugo Palma Paul

Doctor en Teología, en Roma. Obispo de Escuintla. Responsable de Comunicaciones de la CEG.

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