Evitando el colapso

Los daños al medioambiente son incontables.  El cambio climático ha surgido no solo por el incremento del CO2 en la atmósfera, sino por políticas imprudentes que han sido factores preponderantes para que estemos como estamos.

El colapso de la civilización maya es objeto de estudio de expertos mundiales en declives. El secreto del apogeo de los mayas fue la adaptación ecológica diseñada para sus ciudades. Cien mil personas habitando sosteniblemente entre el progreso y la naturaleza. Pero al venir el ansia de más prestigio y poder se lanzaron a la guerra, sobreexplotando sus recursos naturales llegando a colapsar. Todo esto, después de que  por milenos habían logrado vivir de acuerdo con  su cosmovisión. Pero los nuevos príncipes, encandilados por la ambición desmedida, perdieron su norte, queriendo ser más poderosos que sus hermanos o hermanastros y con ello construyeron las paredes de sus templos cada vez más gruesas en señal de poderío.  Para lograrlo deforestaron todos sus bosques en la manufactura de cal y la misma ambición les llevó a pelear entre sí, y a destruir sus recursos naturales.  Es más, al amurallar sus ciudades para evitar invasiones de sus tenemigos, hicieron agricultura intensiva, mermaron sus suelos y llegaron a colapsar.

Según el Dr. Richard Hansen, que ha trabajado en la investigación de El Mirador por 40 años, el pueblo maya se fue a excesos en el uso de materiales para la construcción de las pirámides y necesitaban quemar bosques completos para hacer apenas un poco de cal. Así llegaron a colapsar. La historia de los mayas nos hace reflexionar si en nuestros días estamos repitiendo la historia con nuestra ambición desmedida. Según el arqueólogo Arthur Demarest las primeras señales  de un colapso planetario,  que son los excesos, están a flor de piel.

Hoy en día, muchos países buscan innovaciones para contrarrestar los efectos del cambio climático a tiempo, mientras otros siguen en el impasse. Comprendemos cómo desde las culturas de la Polinesia en la isla de Pascua hasta las florecientes civilizaciones americanas de los Anasazi,  los mayas y, finalmente, la colonia de los  vikingos en Groenlandia, todos encararon los mismos síntomas. Hoy vemos a Ruanda y Haití, a China y Australia, todos tratando de hacer frente a un colapso de manera innovadora. A pesar de la riqueza aparentemente inagotable de nuestra querida Guatemala, no sabemos si alguno de los candidatos presidenciales se hará cargo del tema del cambio climático con acertada sabiduría. Las señales de advertencia de mal agüero han comenzado a surgir, pero veremos si nuestros próximos gobernantes pasarán a la historia como benefactores o como simples destructores.

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