ENCRUCIJADA
Frente a la corrupción
La Semana Santa puede ser un mo- mento para reflexionar sobre cómo actuar frente al deterioro del Estado guatemalteco. Muchos lamentamos que a pesar de la gestión tan incapaz y deplorable del actual gobierno y del Congreso, no hay acciones sociales amplias que de manera clara y contundente reflejen el rechazo que sienten grandes sectores de la población ante la corrupción y el clientelismo. Parte del problema es que los partidos políticos, que deberían canalizar las inquietudes de la población y funcionar como intermediarios entre esos intereses y el Estado, no cuentan con el respaldo o el interés para hacerlo. La forma de organizarse de una buena parte de los partidos es precisamente por la vía del clientelismo, regalando bolsas de comida e invitando a rifas de electrodomésticos para atraer a sus seguidores. No les conviene rechazar el clientelismo.
Pero hay ocasiones en que las personas salen a manifestar sin tener que estar motivadas por regalos clientelares. Las masivas manifestaciones en contra de la corrupción en el Brasil son un ejemplo de eso. Las extendidas manifestaciones en México para que se encontrara a los estudiantes desaparecidos fueron igualmente impresionantes. La primavera árabe fue aún más allá. Guatemala está muy lejos de todo eso. Sin embargo, la constitución de grupos de debate y reflexión, la participación activa en redes sociales, la organización de eventos con denuncias y propuestas de políticas alternativas, así como la adhesión a nuevos movimientos políticos —muchas veces locales— son opciones adicionales que aunque de manera fragmentada se están ampliando en Guatemala. Están contribuyendo al desarrollo de una conciencia crítica. Constituyen la base de un fermento social. Pero existen dudas acerca de si todo ello logra constituir una masa crítica para tener gran incidencia, especialmente con nuestra historia de represión y en un momento en que hay tanta atención centrada en la organización de las elecciones, con toda su parafernalia clientelar y comercial.
Ojalá se puedan aprovechar espacios de participación popular para expresar de manera pacífica el descontento que existe. Ciertas fechas marcadas por manifestaciones populares amplias, como el 1 de mayo o el 20 de octubre, pueden ser espacios para hacerlo. Por ejemplo, el 1 de mayo, día de los trabajadores, se aproxima y podría ser una oportunidad para simultáneamente expresar un apoyo a todos los trabajadores, que son la gran mayoría del país, y también para manifestarse en contra de la corrupción y del clientelismo. Una participación amplia de todos aquellos que sin ser necesariamente parte de un sindicato comparten las reivindicaciones de los trabajadores y también rechazan la corrupción y clientelismo que actualmente permea a Guatemala, puede constituir otra forma concreta de actuar frente al deterioro que estamos presenciando. Existe inquietud y efervescencia que ni las mejores vacaciones de Semana Santa ni las elecciones más clientelares van a desplazar eternamente. Conviene organizarse y contribuir a que la efervescencia social logre canalizarse pacíficamente para renovar al Estado guatemalteco.
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