Furcias
En la antigua Roma, las Delicatae estaban reservadas a los poderosos, mientras que las Famosae, pertenecían a las clases poderosas, pero les gustaba ofrecerse a cualquiera. Valeria Mesalina, esposa del emperador Claudio, efectuó un concurso donde resultó ganadora después de 200 coitos.
También estaban las que ejercían sus oficios en los lupanares: las Lupae; y las que solo lo hacían de noche: Noctilucae. Las Copae, trabajaban en bares, en cuya salida existía un clavo en la pared a la altura de la cintura que permitía encajar una pierna para hacerlo de pie. Las Fornicatrices, lo hacían bajo los arcos de puentes o de edificios. Algunos afirman que el sexto mandamiento se refiere con exclusividad a estas.
Las Forariae tenían pequeñas chozas en la entrada de las ciudades. En el Génesis de la Biblia, supuesta lectura edificante para todas las edades, se relata que el patriarca Judá engañado tuvo relaciones con su nuera que se disfrazó como estas. Aparentemente era permitido este relajamiento en los caminos, al menos para los personajes bíblicos. Más truculentas eran las Bustuariae que ejercían en tumbas abandonadas o en la cercanía del cementerio. Mientras que las Prostibulae eran llamadas de esa manera por carecer de control, ya que el edil debía concederles la Licentia Stupri, para evitar la clandestinidad.
En EE. UU. está prohibida la prostitución, pero igual que las drogas, existen espacios donde se practica más o menos de manera abierta. En Guatemala, el Cirma organizó una exposición con las fotos de los permisos de prostitución extendidos a mitad del siglo pasado. Algunos dicen que lo hizo para molestar a unos diputados de la pasada legislatura, pues aparecían sus progenitoras en bonitos retratos. Otros acusan a altas funcionarias de ser meretrices, es decir, mujeres casadas que escalan políticamente por sus encantos.
Ayer como hoy, se trata de un asunto complejo. Por una parte existe un grupo de sexoservidoras que reivindican su profesión; por otra, existe una serie de proxenetas que generan un tráfico de personas por medio de la drogadicción, pues obligan a ese giro a quienes demandan los estupefacientes. Los rufianes explotan a jóvenes vulnerables, mujeres necesitadas y trafican personas.
El punto central es que jamás debiera permitirse que menores fueran prostituidos. Es un asunto de principios, de los cuales parece que carecen algunos altos funcionarios gubernamentales. O al menos de eso, los acusa John Kerry, el canciller norteamericano.