Gabo seguirá viviendo
Se apagó la existencia de un hombre de letras que algunos puedan tener objeciones por su vocabulario o estilo, pero no se puede negar que dejó un legado, desde el siglo pasado hasta nuestros días en su modo de escribir que seguirá viviendo por mucho tiempo.
El estilo de su género del “realismo mágico”, donde usa la fantasía y el mito con las actividades diarias y ordinarias del hombre, le permitió abrir camino junto con otros escritores como Mario Vargas Llosa para colocar la literatura latinoamericana al otro lado del Atlántico y en el idioma de los europeos y muchos idiomas más.
Una de sus obras que más encumbró fue la que en 1967 vio la luz con el título de Cien años de soledad. Personalmente creo que, por encima de las ideologías y corrientes políticas, el autor logra comunicar una radiografía del destino y las miserias de la Latinoamérica devastada por sus dictaduras militares que no han sido pocas pero que tienen un perfil muy similar.
No hay duda de que muchos de los lectores de esta columna no son parte de estructuras políticas o militares para que sean catalogados en las descripciones que el autor describe, pero la cotidianidad de la vida que desarrollamos en exigencias y gustos no están lejos de ello.
Si la historia ha sellado frases como la de “quijotesca” o expresiones como “cantinflesco”, por el modo de vida o pensamiento que se comunica, seguramente Gabriel García Márquez dejará en la inmortalidad su nombre en las múltiples descripciones que ha tallado en sus obras.
Sus escritos suman mucho más que los 40, tomando en cuenta la primera, que vio la luz en 1955, con el título de La hojarasca, y la última, de 2010, con el título Yo no vengo a decir un discurso. Por recordar algunas otras tenemos El coronel no tiene quien le escriba, Relatos de un náufrago y El otoño del patriarca.
Aparte de los prolíferos trabajos literarios hay que darle crédito a la diversidad de sus trabajos, tanto los periodísticos como también los trabajos que fueron llevados a la pantalla y han proyectado una dimensión muy propia.
Un detalle que hay que tomar en cuenta y que nos puede servir para llevarlo a nuestro modo de vivir: este hombre tuvo relaciones y amistades que muchos no aprobaron y no consintieron, pero lo interesante es que él decidió vivir su vida y, correcta o incorrecta, fue su vida y determinó quién fue en vida y el legado que dejó.
Por lo mismo, todo hombre debe saber quién es y con quién se relaciona para dejar un curso de su modo de ser, a pesar de lo que muchos tengan que opinar.
Este llega a ser un legado que termina dejándose como herencia a la posteridad. Por lo mismo, ahora que el gran literato nos ha dejado, será más leído que cuando en vida estuvieron circulando sus obras, y por esa razón lo harán más inmortal y más comentado, y discutida su obra que nunca.
Sano sería que nosotros los guatemaltecos, que no somos muy dados al hábito de la lectura, salvo honrosas excepciones, tomáramos el tiempo y leyéramos algo de este hombre tan ilustre y veamos qué tuvo que decir de nosotros y de nuestra realidad tan latina, y qué tenemos en común con el círculo en el que vivió y qué provecho podemos sacar nosotros para lo que nos queda todavía para vivir.
samuel.berberian@gmail.com