LA BUENA NOTICIA
Gerardi, buen pastor
Fue en tiempos de Arzú, hace 17 años, cuando fuerzas del Estado asesinaron a Juan Gerardi, obispo de la Iglesia católica; era una noche del domingo 26 de abril, de 1998, en su propia casa situada a pocos pasos de la sede de Gobierno, una zona de alta seguridad, pero desde las cúpulas del poder estaba todo bien planificado para cometer tan horrendo crimen y garantizar su impunidad. Sus mismos verdugos, en complicidad con instituciones del Estado, militares y Ministerio Público de ese entonces, se coordinaron tan eficientemente, como lo hacen las mafias criminales sólidamente organizadas.
Este asesinato estuvo vinculado “a la entrega de los resultados obtenidos por el Proyecto de Recuperación de la Memoria Histórica (Remhi), como lo denunciaron los obispos de esa época. “Monseñor Gerardi fue el coordinador general de dicho proyecto que investigó las masacres y asesinatos cometidos contra el pueblo de Guatemala durante los años del conflicto armado interno, y que también puso en evidencia responsabilidades institucionales implicadas en el conflicto”.
Hoy que las comunidades cristianas reflexionan sobre la figura del Buen Pastor que es Jesús, sostengo que monseñor Gerardi fue un buen pastor que ofrendó su vida por su pueblo. Como discípulo de Jesús, lo siguió con la fidelidad hasta la muerte, pues el Señor había dicho: “Si a mí me han perseguido, también los perseguirán a ustedes” (Jn 15,20). Es el grano de trigo que ha sido derramado a tierra a gran precio; abrigamos la esperanza de que sea para dar frutos de vida (cf. Jn 12,24). (CEG, 27-4-98). Y así fue, pues su legado constituye toda una diaconía a la verdad y a la justicia, a la paz y a la reconciliación, valores tan necesarios en este país de la injusticia y la desigualdad, de la impunidad e ilegalidad, de la arbitrariedad y las transas, de las mentiras, componenda y sobornos.
En el contexto de la crisis generalizada que vivimos, del derrumbe de la institucionalidad del país y de la pérdida de credibilidad de las autoridades, levantemos nuestra mirada hacia el Buen Pastor que es Jesús, pues en tiempos de crisis, de tensiones y de conflictos como los que vivimos ahora, poner nuestras esperanzas en Jesús el pastor y guía auténtico, da confianza y fortaleza para resistir y trabajar por una comunidad más humana, justa y fraterna.
En nuestra sociedad desfigurada por la injusticia, la corrupción y la violencia provocada por aquellos que son dirigentes y con frecuencia proceden a escondidas, no entran por la puerta, mienten y engañan, tal como lo hemos visto estos días. Como ciudadanos tenemos que exigir y proceder en la verdad. No nos fiemos de aquellos que prometen ser buenos líderes pero se nota su mentira e hipocresía, su ambición y afán de proteger sus negocios. Ya estamos hartos de tantas promesas incumplidas. No pactemos con aquellos políticos que son aliados de los falsos absolutos del tener y del poder, del placer y de la fama, y tienen hecho pedazos nuestro país e indignada a toda la población. ¡Fuera los corruptos!
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