¿Quién eres Guatemala?

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como nunca antes se había tenido.

Esa paz firme y duradera no se concretó. Se abalanzaron contra los militares. Invisibilizaron a los ejércitos guerrilleros que combatieron y cometieron innumerables delitos. Desaparecieron las huellas de esos delitos y levantaron el perfil de una guerra cruenta que había estado adormecida por casi 30 años. Lo peor: olvidaron la amnistía que ambos ejércitos se habían otorgado. Una amnistía que gozan los guerrilleros hoy y que a toda costa le quieren arrebatar al Ejercito.

Escribí hace una década estas reflexiones sobre lo que ya se veía en los acuerdos de paz. Una Guatemala dividida.

Guatemala infeliz que te siento. Dividida en parcelas mil, sembrando mazorcas en los surcos pobres de ese mal llamado maíz, enredando su grano, como tirano que escupe en tu faz.

Guatemala falaz que tus aras. Las quieren pintar solo de maya. Sin ver tus güipiles, colores; de canches de oriente, negros de Lívingston, y los cruces de allende Cobán.

Guatemala turista que eres, montando ceremonias de Pascual Abaj con el puro de guaro de don Maximón; encima de tus cosméticas raíces cristianas; con las bendiciones de las órdenes superiores, el encanto del dólar, el yen y el marco alemán.

Guatemala que ensucian tus lagos, gracias al tul que agradece desagües de cloacas de todas las cacas. Y tus cielos de azul, saturados de humo que tiñe de negro al quetzal y al águila real.

Guatemala que anhelas la paz. Y te doman algunos villanos que con sorna se ríen en tu faz. ocupan poblados con gritos chillones, victorias ganadas en papel bond. Y detrás de su firma, un coro de muertos pidiendo sanción; ruina sobre ruina, ni un ladrillo edificado con todo lo predicado.

Guatemala de las veintitantas etnias, incluyendo la “grindia”, esa mezcla de ladino con gringo, y unos genes girando de indio. Rezagos de moros y españoles, y los mongoles del estrecho de Bering; hasta llegar a la sangre roja del mismo adán.

Guatemala de los traficantes narcos, viviendo ausentes del tumulto reinante. Comprando tus bonos con el pisto sobrante, y nosotros pagando con creces su alto interés.

Guatemala desnutrida que eres; te cuento costillas y no te alcanzo ni a ver; yo soy tu grito y tu llanto, tu canto de lombrices de chirices, viviendo en cartones sin marcas ni razones; soñando esperanzas en nuevas canciones.

Guatemala bendita tu tierra, destierra de ti la mano oscura que siembra discordia, que arrebata la bendición que ostentas como nación. ¡Surge profunda del atrio menor, al escenario de luz que perfilas de Dios!

Guatemala, que no eres mala, ni maya, ni india, ni blanca, ni negra, ni roja. Guatemala que abrigas al grande y al chico, al rico y al pobre.

Guatemala, no frenes tu ímpetu, ni te agaches ante el ataque alevoso, sigue de frente danzando tu valiente son.

Guatemala, si tan solo tus hijos quisieran al coro unirse y cantar la canción de la paz. En armonía podríamos vivir, como la ceiba y el ave Quetzal. Yo soy Guatemala, dame la mano mi hermana, mi hermano, dame tu mano, querido paisano.

ESCRITO POR:

Alfred Kaltschmitt

Licenciado en Periodismo, Ph.D. en Investigación Social. Ha sido columnista de Prensa Libre por 28 años. Ha dirigido varios medios radiales y televisivos. Decano fundador de la Universidad Panamericana.