DE MIS NOTAS
Guatemala bajo asedio
Al día siguiente del aniversario del golpe del 23 de marzo, las publicaciones de la Asociación de Veteranos Militares de Guatemala (Avemilgua) —Cómo se Manipuló la Paz, Guatemala Bajo Asedio II— son pertinentes y relevantes para cualquier estudioso de la historia del conflicto armado en Guatemala.
La desinformación es tal que hasta en los reportajes del día de ayer se publican con una orientación sesgada, incompleta, con errores históricos y entrevistando a fuentes afines a la guerrilla, o, en todo caso, hostiles a los militares, como es el caso de Torres Rivas y Rosada, y a ninguno de los que somos fuente y testigos de aquella época.
Lo afirma con prístina claridad Thomas Sowel, en su obra, Race and Culture: A World View —NY/Basic Books, 1994, 227—: “La historia se ha vuelto blanco de virulentos ataques de parte de aquellos para quienes la verdad resulta una amenaza devastadora: para sus visiones, para sus egos, para sus proyectos… Existen, por supuesto, discrepancias honestas en cuanto a la interpretación histórica. Pero también las hay deshonestas. Y permitir que quienes tienen una visión instrumental de la Historia borren los sucesos de la nación, o plasmen en ellos las modas ideológicas del presente, equivale a descartar lo que nos ancla en la realidad”.
Estas obras son importantes —como lo señala el tomo II—, porque el entendimiento que nos da el conocimiento histórico es esencial para entender lo que vivimos actualmente. No solo nos da mayor certidumbre, sino aclara la falsedad y el mito. Sobre todo destruye la creencia en la inevitabilidad de los eventos históricos, es decir, el fatalismo y la persistencia de creencias falsas e infundadas acerca de nuestro pasado cercano.
Varias pruebas de lo anterior salen a luz en esta obra que nunca ha tenido la difusión que merece. La primera gira alrededor de las visitas del vizconde de Culross, relator especial de Derechos Humanos, fue cuando visitó Guatemala por dos ocasiones, una durante el gobierno del general Ríos Montt, y la otra fue durante el gobierno de Mejía Víctores.
En ambas visitas, como queda registrado en sus reportes, Culross señala que había “encontrado todas las puertas abiertas y una buena disposición a discutir todos los aspectos delicados y que se aceptó su deseo de viajar libremente a todas las áreas de conflicto con el mínimo de acompañamiento militar, así como de visitar lugares escogidos por mí. Como resultado tuve acceso a todas las dependencias gubernamentales y plena cooperación del Ejército”.
Como consta en su reporte, una buena parte de las acusaciones de atrocidades eran falsas y describe la forma de operar de los subversivos en cuanto a utilizar a los habitantes de la población rural para sus propósitos.
Parraxtut, Agua Zarca y Chacalté son solo algunas de las matanzas que Culross investigó in situ revirtiendo la responsabilidad hacia la guerrilla, y anotando también la forma de operar de los subversivos en cuanto a utilizar a los habitantes de la población rural para sus propósitos. El reporte de Culross nunca se incluyó en el Rehmi. ¿Por qué sería…?
Tampoco se incluyó el reciente documento desclasificado No. 00838, del Departamento de Estado, escrito por William Knepper, en donde literalmente dice:
“Dos tendencias hay en la situación de derechos humanos que están claros: Primero las violaciones por parte de las fuerzas de seguridad han disminuido considerablemente en los últimos cuatro meses. Segundo, los asesinatos de civiles a manos de las fuerzas insurgentes ha alcanzado niveles sin precedentes. La mejora puede ser acreditada al General Efraín Ríos Montt”.
Más adelante en el documento cita:
“Al asumir el poder inmediatamente desmanteló el notorio escuadrón de detectives, lo cual mandó un mensaje a los otros escuadrones que estas actividades no se tolerarían más”.
La verdad nos hará libres…
alfredkalt@gmail.com