Cada semana tenemos revelaciones documentadas, fidedignas y creíbles de la grave enfermedad que ha corroído al Estado y a la sociedad hasta sus cimientos. Provoca repulsión confirmar la contaminación que llegó hasta la médula del país, metástasis que se fue contagiando de gobierno a gobierno.

La epidemia silenciosa abarcó a sectores sociales, a empresarios, a ciudadanos comunes, y hoy ha sido revelada descarnadamente por el ente internacional que solicitamos que nos asistiera en la búsqueda de la lucha contra la impunidad y por entidades nacionales que están trabajando coordinadamente para combatirla.

Se ha capturado a altos funcionarios, a empleados, a personas externas al Estado, a algunos pocos y pequeños empresarios, en comparación con el elevado número de empresas que evadieron impuestos en el caso de la SAT; y el caso de Jaguar Energy y Z Gas todavía falta la detención de quienes fueron partícipes de los ilícitos.

La lucha persistente por los cambios en la legislación es otra novedad de nuestro tiempo. Aun cuando sabemos que eso no será suficiente para la transformación del sistema, es un paso esencial para avanzar. Tenemos que armarnos de paciencia, pues los cambios no se logran de la noche a la mañana, ni siquiera se alcanzaron después de 36 años de conflicto armado.

Y mientras muchos estamos con todas estas expectativas, la mayoría sigue padeciendo hambre y abandono. Significativa fue la marcha de hace unos días en San Marcos, departamento duramente golpeado por dos terremotos. Los afectados, acompañados por la Iglesia, reclaman el ofrecimiento incumplido de la reconstrucción de sus viviendas y de las escuelas.

Ya se anunció que en el Corredor Seco 248 mil familias, 1,240,000 personas, están en condiciones altamente vulnerables, se encuentran en inseguridad alimentaria moderada y severa (PMA) por la canícula. Se les atenderá con donaciones de países como Brasil, ayuda que se tiene contemplada para julio y agosto. ¡Nuevamente tenemos que recurrir a la ayuda internacional!

El informe Desarrollo de comercio intrarregional de alimentos y fortalecimiento de la seguridad alimentaria en América Latina y El Caribe (FAO/Cepal/Aladi/Ceñac) señala que “el combate al hambre requiere en primer lugar del compromiso de todos los sectores para impulsar políticas nacionales que reduzcan la pobreza y aseguren que la población más vulnerable tenga acceso a los alimentos, y la agricultura familiar una mejor y mayor productividad e inserción en los circuitos de comercialización locales e internacionales, acorde con su papel fundamental en la provisión de alimentos en la región”.

Por su parte, el presidente del Fida señaló que no vamos a ver progresos en la reducción de la pobreza y el hambre a menos que se invierta en la población rural, para lo cual hay que proporcionarles herramientas y recursos.

En Guatemala no vamos por esos rumbos.

Iliaalamilla@gmail.com