LA ERA DEL FAUNO

Hambre por el cambio

Juan Carlos Lemus @juanlemus9

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En 2012, Brenda se vistió de Santa Claus. En el suelo frente a Casa Presidencial colocó algunos obsequios para los funcionarios de gobierno de Otto Pérez: comida para perros al ministro Gobernación, López Bonilla; un cerebro de res —sangrante, en un recipiente— para la ministra de Educación, Cynthia del Águila, por su histórico destace y depredación de la carrera magisterial; un refresco muy pequeño de Incaparina para la entonces ministra de Desarrollo, como contraste a la manipulación política que hizo este gobierno de los programas sociales, entre otros regalos.

Una patrulla de la SAAS se detuvo a amedrentarla. Un tipo descendió a advertirle que era prohibido manifestar y colocar cosas en ese lugar. Sensata, como siempre, en vez de arrugarse, Brenda le respondió con sus derechos constitucionales y siguió en su denuncia.

Cuando el 14 de ese mes supe que Brenda Hernández —esa activista valiente y sin intereses personales ni políticos partidarios— inició un ayuno al que denominó “Hambre por el cambio”, junto a la también activista y defensora de los derechos humanos Gabriela Flores, sentí culpa, no sé, algo de cobardía y de confusión interior, porque soy uno más de esos millones de guatemaltecos que solo “reflexionan” a la hora de rajar ocote. Soy uno de esos millones que se tragan su impotencia, pues tomar conciencia de la situación social trae consigo asfixia, cierta repulsión no siempre desahogada. Ellas no la soportaron. Decidieron lanzar su grito poderoso en contra de la injusticia. Frente al cinismo, colocaron su cuerpo; frente a la pasividad, su dignidad.

Ojalá y su huelga de hambre no la vuelvan indefinida, pues podrían morir. Necesitamos a Brenda haciendo sonar su ya famosa sartén abollada. La necesitamos, como lo ha hecho incansablemente desde hace meses, gritando al frente de las manifestaciones, llena de energía y rimando flechas verbales en contra de los criminales. Y que Gabriela nos siga acompañando hasta derribar este calvario de corrupción al que nos han conducido el presidente, sus funcionarios y los partidos políticos.

Veo con gran respeto su manifestación. Soy uno más que maldice la injusticia y ustedes, valientes ciudadanas, nos dan una lección de consecuencia.

A quienes no comprenden el porqué de una huelga de hambre o de un ayuno extremo, o sí lo comprenden pero no lo comparten, no importa, me animo a sugerirles que respetemos a estas dos mujeres. O si su lucha es la nuestra y no pasamos, como ellas, las noches a la espera de un amanecer nacional menos asfixiante, por lo menos veámoslas con respeto, apoyémoslas desde nuestros espacios, los que sean. Ellas nos dan una parte de su vida, su tiempo, su conciencia.

Bien por el arzobispo metropolitano, Óscar Julio Vian, que les permite pasar tan dura medida en el atrio de la Catedral, rodeadas de las columnas donde están escritos los nombres de muchos muertos del conflicto armado. Exhortemos a la PDH para que continúe, como hasta ahora, visitando con frecuencia a las manifestantes, al igual que la Cruz Roja. Y que estas mujeres se nieguen a ofrendar su vida por culpa de los miserables.

@juanlemus9

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