Hombres de valor
A pocos días de concluir el año 2014 te invito a revisar tus logros y fracasos. Cualquiera que haya sido tu historia debes aprender de ella. Si fue de éxito, no te confíes; es engañoso y pasajero. Puede hacernos creer que no necesitamos cambiar y nos acomodamos, pero si nos evaluamos con seguridad encontraremos algo que mejorar.
Si fue de frustración, fracaso o dolor porque no alcanzaste tus metas, perdiste el trabajo, fracasaste en una relación o perdiste a un ser amado, te invito a reflexionar sobre la manera como el rey David enfrentó la difícil situación con la que introdujimos el tema de hoy.
Primera: llora tus derrotas y aprende de ellas. David y sus amigos lloraron hasta que les faltaron las fuerzas. Del fracaso podemos conocer nuestros errores y la mayoría de veces ocurren porque no hemos actuado de la manera correcta o dejamos de hacer lo importante por enfocarnos en lo urgente. Segunda: haz un plan de acción. De nada sirve reconocer los errores si no hacemos nada por enmendarlos. Se necesita definir estrategias y planes de acción para cambiar la manera en que hicimos las cosas. Todo cambio para mejorar implica esfuerzo y disciplina. Tercera: revisa tus motivaciones.
Las acciones son reflejo de ellas, son el motor que nos impulsa a actuar. ¿Qué es lo que te mueve cada día a levantarte e iniciar la jornada? Cuando las motivaciones son correctas tendremos la disciplina necesaria para ser fieles a nuestros valores y compromisos.
Si tu motivación es alcanzar el éxito material, puede que nunca llegues a estar satisfecho, pero si incluye elementos que trascienden la individualidad como la familia, los hijos, el cónyuge, ser útil a tu comunidad, entonces tendrás motivos superiores para levantarte cada día e iniciar la jornada. David se levantó para luchar y recuperar lo que más amaba: su familia. Cuarta: busca hacer siempre la voluntad de Dios. Una de las virtudes del rey David fue la de reconocer que en cada decisión necesitaba del consejo divino, tanto en los momentos de éxito como de fracaso.
El aspecto espiritual es determinante para el ser humano y a menudo lo consideramos como algo irrelevante. He conocido personas que a pesar de haber alcanzado algún éxito: una profesión, éxito económico, prosperidad material, una posición, etc., sienten un vacío interior. El ser humano solo puede estar completo cuando su relación con Dios ha sido restablecida. Cuando todos nuestros proyectos buscan honrarle, entonces habremos encontrado un significado verdadero en ellos, nos convertimos, más que exitosos, en hombres de valor. Es por eso que a la fe debes agregar virtud, acción y motivaciones correctas.
No intentes ser un hombre de éxito, sino uno de valor. Feliz año 2015.
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