Jorge y Ana

Samuel Pérez Attias

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y salud de calidad. Ana solo recibió el estigma de ser indígena. No conoció métodos de planificación y hoy es madre soltera de cuatro. Su excompañero se fue. A Ana le cuesta desenvolverse en el mundo globalizado: no habla inglés, pero su actitud es optimista. Siempre ha buscado trabajo para sostener a sus hijos. Trabajó en la maquila pero ahora se dedica a la venta de discos pirata. Gana más así y se siente más libre y humana.

Es emprendedora: a pesar de sus limitantes enfrenta los retos con coraje. “Los buenos chapines trabajamos duro para comer”, dice. Aunque quisiera poner su negocio no consigue préstamos. No cuenta con activos como garantía. Lo que ha logrado ha sido su esfuerzo: compra y vende. La “ganancia” es para sus hijos. Aunque alquila una casa en la Z. 18 no le alcanza para ahorrar. De niña quería ser enfermera. Hoy se concentra en mantener a sus hijos vestidos y alimentados con la venta de los discos en la calle. No podrá pagarles colegio privado y aunque no quiere el mismo futuro para sus hijos, ve que las escuelas cierran por las huelgas. Le preocupa que sus hijos se integren a una mara de su barrio.

¿Y Jorge? Igual de emprendedor que Ana. Aprendió en la U que gracias al TLC puede exportar a EUA juguetes típicos de Chimaltenango sin aranceles. Los compra baratos y los vende ¡en Dólares! Contrató ayudantes con educación primaria. Con que sepan leer y sumar me basta, dice. A los bachilleres “hay que pagarles más”. Consiguió un préstamo y vende por la web. A sus 25 años tiene carro propio y la casa que heredó. En el semáforo, Jorge compra un disco pirata a Ana. La ve y piensa: “Cada uno es responsable de sí mismo, ambos nacimos en Guatemala. Tenemos los mismos derechos. Ella es pobre, es porque quiere serlo”. “De plano tiene marimba de hijos. ¿Qué le cuesta cerrar las piernas?”. Jorge va a pagar el seguro del carro pues por tercera vez le roban el radio. Además, se entraron los ladrones en la casa y ayer hubo balacera cerca. “Guatemala está mal”, piensa. “Quienes quieran comer que estudien y trabajen! Nada gratis del Estado”. Por eso no pago impuestos. Un hijo de Ana llegó anoche con un radio de carro a la casa. Va a venderlo y comprar la medicina para la tos de su hermanita.

Ana regresa hoy a su casa dándole la bendición al transporte público y al joven que le compró los discos. Ni resentida ni haragana. Ana no es distinta a Jorge. ¿Su pecado? Nacer con el género y la pertenencia étnica equivocados en un país donde existen iguales derechos y desiguales oportunidades. ¿Cómo solucionamos esta realidad? Ver en otros la potencial solución a nuestros problemas le da sentido a la democracia.

Samperez1@gmail.com

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