CON OTRA MIRADA

La Antigua monumental

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De La Antigua Guatemala sabemos, más allá de lo que representa para nuestra Nación como fuente de identidad cultural, que Unesco la incluyó en la lista del patrimonio mundial por sus valores urbanos, arquitectónicos y culturales de excepcional valor, incluyendo el de la autenticidad.

Se trata de la primera ciudad (1524) fundada durante la conquista, con el nombre Santiago de Guatemala. En un alarde de dominación, su primer asiento tuvo lugar sobre la ciudad cakchiquel de Iximché, Tecpán, en donde permaneció apenas tres años. Ante la sublevación del pueblo en contra de los españoles, Jorge de Alvarado, a cargo de la misma, decidió trasladarla a otro sitio menos comprometido, eligiendo el valle Almolonga, en las faldas del volcán Agua. Ese segundo asiento fue en lo que conocemos como San Miguel Escobar, un barrio de la actual Ciudad Vieja, llamada así por un error histórico, ante la presencia de la iglesia y convento franciscano, que se pensó sobreviviente del alud que sepultó la ciudad la madrugada del 11 de septiembre de 1541.

Su tercer traslado estuvo lleno de vicisitudes. Se consideraron varios sitios y, aunque la decisión tomada entre autoridades y población fue una, el resultado final fue otro, decidiendo que los nuevos solares adjudicados en el valle Panchoy debían estar cercados para el día de San Juan próximo entrante (24 de junio de 1542). El Ayuntamiento celebró su primera sesión de cabildo en el nuevo sitio el 10 de marzo de 1543. Con ese acto se oficializó el traslado a partir del cual conocemos la historia de esta ciudad que culminó en 1773 cuando, por enésima vez, un terremoto la dañó seriamente y el capitán general decidió trasladarla.

Se eligió el valle de La Ermita, bastante más lejos de los temibles sismos atribuidos al volcán Fuego, en actividad, en donde se situó y permanece la Nueva Guatemala de la Asunción, que sustituyó a la original Santiago. Al denominarla Nueva Guatemala, Santiago, la destruida, la abandonada, la desamparada, la dejada atrás, fue conocida como la Antigua Guatemala.

En aquel tercer asiento la ciudad creció, floreció y desarrolló bajo el influjo de diferentes corrientes culturales. Fue la dramática decisión de obligar su abandono, que la ciudad como entidad urbana junto a los grandes edificios y conjuntos quedaron convertidos en ruinas, que el tiempo se encargó de magnificar. Ese nuevo estado permite apreciarla como una ciudad del siglo XVIII conservada en el tiempo, como mudo testigo de su propio esplendor. Sus ricos vestigios y la magia de la conservación admiten la abstracción de su recreación, parcia o total, según la educación, formación y valores culturales de quien la visita.

Prestando atención a los detalles pueden reconocerse, según mi propia definición, tres períodos constructivos definidos más por los terremotos que por moda, que obligaron a hacer reparaciones, reforzamientos, reconstrucciones y obra nueva, en las que quedó plasmado el sello de las nuevas corrientes artísticas, como claro testimonio de su tiempo.

Del primer periodo, llamado renacentista (1543-1680), están los templos San Jerónimo, San Sebastián, Los Remedios, Catedral y San Agustín. Del segundo (1680-1715), que es una breve transición al barroco, está Santa Teresa. El tercer período, barroco (1715-51-1773), La Universidad de San Carlos, La Merced y San Francisco; destacando como una exquisita excepción El Carmen.

Mañana domingo ofreceré un recorrido peatonal para quienes quieran incursionar en ese pequeño pero rico mundo de la arquitectura monumental de La Antigua Guatemala. Reservar al correo electrónico.

mmaganajuarez@gmail.com

ESCRITO POR:

José María Magaña

Arquitecto -USAC- / Conservador de Arquitectura -ICCROM-. Residente restauración Catedral Metropolitana y segundo Conservador de La Antigua Guatemala. Cofundador de la figura legal del Centro Histórico de Guatemala.